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#01 : La desgracia de Park

[Opening song: READY FOR LOVE - BLACKPINK]

DANIEL

TODO EL MUNDO EN LA OFICINA AFIRMABA que Kim Jennie era una de las personas más crueles del universo.

Desde hacer llorar a empleados por cometer pequeños errores, hasta no mostrar empatía ni emoción alguna cuando debía de despedirlos.

Personalmente, no le tuve miedo a Kim hasta que cometí mis primeros errores en la oficina. Eran equivocaciones de novato, pero ella no los aceptaba y me dedicaba miradas llenas de impaciencia cada que ocurrían.

Yo le sacaba como doce centímetros de altura y aún así, ella se las arreglaba para verse vibracionalmente mucho más grande cuando se paraba frente a mí y me observaba con insatisfacción.

—Es la segunda vez que pasa esto en un día. Te he dicho que seas más cuidadoso, pero veo que no te gusta escucharme.

—Lo siento, ha sido un error de dedo. —sonreí, sintiendo esta acción entre mis interiores forzada e incómoda, pero no lo dejé en evidencia.

—¿Qué debo hacer para que hagas bien tu trabajo? Es solo una simple planilla.

Me habían contratado en la parte de recursos humanos, donde yo pensaba, antes de oír los rumores de Kim y vivirlos en carne propia, que todo sería más tranquilo.

Qué equivocado estaba.

No solo debía ocuparme del trabajo de oficina, sino también, ocupar el puesto de asistente de la señorita Kim de manera recurrente. Y todo porque quienes solían ser contratados, no lo aguantaban demasiado y terminaban renunciando.

O eran despedidos.

—Pues, si no me pidieras que vaya por un estúpido café a Starbucks cada dos horas, de seguro podría hacer mejor mi trabajo.

En realidad, nunca le dije eso, pero las ganas no faltaron.

La conversación la finalizó la CEO y por raro que parezca, esa vez la saqué barata a comparación de otras.

Intenté relajar mis tensos hombros y solté un ligero suspiro de cansancio al recordar esa situación que había tenido lugar hacía una semana.

No venía durmiendo bien las últimas noches, porque Kim no era la única que se aprovechaba de mi posición de novato, también lo hacían mis compañeros.

Y no podía decir o hacer nada al respecto.

En más de una ocasión ya había permanecido más tiempo del pactado en la oficina, rellenando planillas y leyendo documentos de los que otras personas debían de haberse encargado.

Desde adolescente soñaba con un ambiente laboral justo, pero eso no existía en ningún lado.

De todas formas, lo que me pasaba allí dentro ya era exagerado.

—¡Mierda! —la quemadura causada por el agua hirviendo que había dentro del recipiente de ramen, se expandió fugaz por mi pobre lengua. Debía de apurarme con el almuerzo, porque apenas eran las dos de la tarde pasadas y yo sabía que, con suerte, iba a permanecer dentro del edificio hasta las ocho.

Si llegaba a aplazarse hasta las diez, me la pasaría diciendo groserías mentales sobre mi jefa y compañeros desde la salida hasta llegar a la cama.

Para despertar siete horas después y repetir ese horrible proceso.

—Apúrate, Daniel, la señorita Kim necesita que vayas por su café de las tres de la tarde. —se burló Choi Jaein, un compañero que no me caía nada bien.