#09 : Pensamientos intrusivos

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DANIEL

UNA SEMANA MÁS TARDE

La imagen de Jennie desfilaba por mi cabeza cuando menos me lo esperaba y junto a eso, venían las últimas palabras que me había arrojado en el elevador.

Esa tarde, fui incapaz de formular una respuesta y solo me me marché, pero mi mente no me dejó en paz luego de lo sucedido.

Incluso en medio de los ensayos, se asomaba el nombre de Jennie en vez del de Haeryeong, personaje que interpretaba Sohee en la obra que estábamos preparando.

A veces me imaginaba a Jennie y a mí dándole vida a Hongbin y a Haeryeong.

La relación entre los dos jóvenes no era retratada como fácil, dado a que por un malentendido no se soportaban y eso generaba muchas riñas. En medio de la historia, después de una acción cariñosa de Hongbin que intenta ser sutil y que le da el origen a nuevos actos mutuos de ese tipo, los dos se dan cuenta de que no pueden mantenerse alejados. Se han enamorado, y el hecho de que ninguno da el brazo a torcer para admitirlo, los termina alejando.

Y lamentablemente -spoiler alert- para los espectadores, no terminan juntos.

Como sea, no tiene nada que ver con el punto que quería marcar, lo que a mí me fastidiaba era Jennie metiéndose en mi cabeza sin permiso.

A pesar de que estaba recibiendo más halagos de lo normal por mi actuación, cosa que lógicamente me generaba una linda sensación, también me inquietaba.

Actuar requiere que pongas a tu corazón por encima de tu mente, que sientas empatía por el personaje que vas a interpretar y así poder meterte en el papel –aún si sus valores destruyen los que tú tienes como persona- hasta convertirte por completo en el mismo.

Jennie indudablemente estaba en mis sentimientos, porque yo sabía que la estaba utilizando para sentirme aún más familiarizado con Hongbin y su situación.

Hasta las personalidades tenían cierto parecido a las nuestras. Hongbin era un muchacho de familia humilde y Haeryeong provenía de la clase alta. Él era empático y bondadoso, ella era una altanera que tenía un cálido interior bien guardado.

La cual aparta a un lado la parte mala de su personalidad cuando conoce más aspectos de la vida y de la ''verdadera'' personalidad del chico, desarrollando así la empatía y el cariño romántico.

El crecimiento era cosa de Haeryeong y la mayoría de los logros de Hongbin eran irrelevantes para la obra, ya que mi personaje era uno secundario.

Sohee y yo estábamos trabajando muy duro, en especial los fines de semana.

Mi mejor amiga estaba al tanto de la existencia de mi jefa y como era lógico, no le caía bien. Sin embargo, no le había contado las últimas noticias auto frenándome con la excusa de no querer abrumarla. Pero muy en el fondo sabía que no se trataba de eso.

Se trataba de no querer sentir esa incomodidad y de querer negarla por completo.

(...)

Ese miércoles, como de costumbre, compartí la primera parte de mi almuerzo con Jisun, que luego se retiraba más temprano para ir en busca del café de Jennie.

Esa vez nos hallábamos los dos solos, aunque a veces venía a la mesa algún que otro compañero que se llevaba bien con la asistente.

—¿Qué harás este fin de semana? —me preguntó con su habitual tono colorido y fijó sus codos encima de la mesa, para después recargar su rostro en sus manos.

Jisun era muy adorable. Por momentos me hacía acordar a Sohee porque ambas compartían cierta aura inocente. De todas formas, en el caso de Sohee solo era pura apariencia, porque poseía una personalidad bastante explosiva y no le gustaba que la etiquetaran de adorable.

Pero Jisun tenía una personalidad que parecía ser ''compatible'' con el rostro que poseía. Se me hacía muy dulce y cálida, o sea, hasta tenía tiernos gestos con una desagradecida como Jennie.

Una es el ángel, la otra el demonio.

—Sí, tengo que ensayar para mi obra ¿Por qué?

—Oh, ¿una obra? ¿Estás en una obra? ¿Por qué nunca me lo has dicho? —sonreí y encogí ligeramente mis hombros.

—No lo sé, es que nunca salió el tema.

—¿De qué trata? ¿Tienen ensayos abiertos? ¡Me encantaría ver uno!

De hecho teníamos un ensayo ''público'' el viernes, debido a que ya empezaríamos a practicar en el teatro en donde se mostraría la obra.

Opté por darle la respuesta positiva, diciéndole la verdad e invitándola a vernos a ensayar el día mencionado.

Lucía tan ilusionada, que no podía brindarle un ''no''.

—Entonces, es una cita.—se puso de pie, cargando la bandeja en sus manos y, fugaz como un arrancón de viento en primavera, se marchó burbujeante.

¿Una cita?

Fui abandonado en la mesa y sin detener mi comer, estuve un par de cortos minutos vistiendo una expresión de confusión.

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