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*Attwell's pov*

A la mañana siguiente Haymitch nos levantó a cada uno y le indicó a Seth que hacer pues íbamos por separado, me guío por uno de los pasillos del lugar para entrar a un elevador, mis nervios estaban matándome lentamente.

— Ellos ponen toda clase de cosas al frente, justo en el borde de la cornucopia — explicó — incluso vas a ver un arco ahí — dijo llamando mi atención haciendo que lo mire —no vayas por él — me prohibió.

— ¿Por qué no? — pregunté.

—Es un baño de sangre, lo hacen para atraerte, ese no es tu juego, da la vuelta, corre, ve a tierras alta — indicó — busca agua, será tu nueva mejor amiga — asentí tomando notas mentales de todo lo que decía — uh... no-no te bajes del pedestal antes o vas a explotar hasta el cielo — puntualizó.

— No lo haré — susurré.

— Eso es — dijo él, satisfecho.

Las puertas del elevador se abrieron cegándome unos segundos debido a la luz que entraba en ella, a unos metros se encontraba una de las naves del Capitolio. Avancé con nerviosismo junto a Haymitch.

— Attwell, tú puedes hacerlo — dijo tomándome de los brazos dándome más seguiridad.

Se había quedado sin palabras, me sonrió una última vez tomando mi mejilla en una de sus manos.

— Gracias — dije alejándome para entrar en la nave, me indicaron dónde tomar asiento y seguí las indicaciones sin mirar a los demás tributos.

— Dame tu brazo — oí que dijeron, dirigí mi vista a donde estaba Rue, viendo cómo parecían inyectar algo en su brazo.

Mi mirada pasó al frente mirando a la pelirroja frente a mi, al cruzar miradas ella la desvió evitándome.

Seguían inyectando algo en los brazos de los demás hasta que una mirada me llamó, Cato me miraba como un lobo acechando a su presa, sus brazos se encontraban apoyados en sus piernas y una vez tuvimos contacto él sonrió por última vez antes de girar su cabeza para mirar al resto de los que serían sus próximas víctimas. Me inquietaba el echo de que la sonrisa que me dio no era igual a las anteriores, esta era más sospechosa, había algo detrás de ella que yo no sabía.

— Dame tu brazo — me dijo la adulta frente a mi, se lo di mirando con curiosidad el artefacto en sus manos.

— ¿Qué es eso? — pregunté.

— Tu rastreador — dijo al momento de colocarlo, pude ver una tenue luz blanca iluminarse dentro de mi brazo, ella se alejó y yo dirigí mi mirada a mi brazo unos segundos antes de que las luces de la nave se apagaran y volvieran a encenderse en un color azul eléctrico.

En todo el transcurso no sentí mucho movimiento, una vez fuera nos separaron y me llevaron por un largo pasillo acompañada de dos tipos, al estar frente a una puerta una especie de alarma sonó y al momento la puerta se abrió, Cinna se encontraba en la habitación, avancé y cerraron la puerta, me tomé la libertad de abrazar a Cinna una última vez, mis ojos ardían, me sentía pequeña, mis manos y piernas temblaban mientras Cinna me sostenía contra él.

Me alejé para mirarlo con miedo, no me sentía lista para lo que estaba a unos minutos de ocurrir.

— Ten — dijo él pasándome una especie de rompevientos, me ayudó a colocármela y acomodarla, hasta que dirigió sus manos a la parte superior, justo donde él cierre terminaba y desabrochaba la tela mostrándome el pin de sinsajo que Prim me había obsequiado.

El aire salió de mis pulmones pues se suponía eso no debía estar ahí, dirigí mi mirada a Cinna, él posó un dedo en sus labios indicándome silencio.

POUR YOUR HEART OUT |1 - THE HUNGER GAMES -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora