Capítulo 2

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Cuando recibo el mensaje de mi ex, mi corazón da un vuelco. Mi rostro se entristece y Aiden me observa. - Mak, ¿estás bien? - preguntó preocupado.

Suspiro y apago mi celular. —Descuida, no es nada. —respondo mientras guardo mi celular en mi bolso.

Suena la campana y es hora de volver a clases. Entramos y nos sentamos en nuestros lugares. Pierdo mi tiempo en las horas restantes de las clases, dibujando por instinto los ojos grises de Hunter. Las clases acaban y es tiempo de volver a casa. 

—Maki, ¿y si mejor me quedo a dormir en tu casa? —pregunta Nia con entusiasmo. —¿Y tú no tienes casa o qué? —dice Aiden burlandose de Nia.  —¿Te molesta? — Refunfuña Nia. —No, de todas formas no me interesa. Estaré en casa de Hunter.  —Contesta aiden con diversión.

—Sí, puedes dormir en mi casa —respondí con indiferencia, pensando en aquellos mensajes.

Una vez en mi casa, llevo mis cosas a mi habitación junto con Nia. Aiden recoge un poco de su ropa y la pone en su bolso. —Ya me voy, dile a mamá que estaré con Hunter. — Gritó Aiden desde la sala. —Cuidate, adiós. — Nia y yo lo despedimos mientras nos dirigimos a la cocina.

— No quiero cocinar... ¿Y si mejor pedimos por delivery? —bostezo palmeando mi boca. 

—De acuerdo, ¿qué pediremos? —respondió. —respondió.

—¿Pizza? ¿O tal vez... ¿Hamburguesas? —propuse mientras apoyo mis codos en la encimera.

—Hamburguesas con papas y helado. —dijo emocionada.

—Está bien, luego le devolveré el dinero a mi hermano. — Afirmo mientras hago el pedido en mi celular.

Esperamos media hora la comida hasta que por fin llegó. Las dos nos sentamos en mi cama y pusimos una película de fondo. 

—Mak, hoy en la escuela te llegó un mensaje, ¿verdad?

—Sí, Jase. —respondo brevemente, dándole un bocado a mi hamburguesa.

—¿Qué quería esta vez?

—Disculparse.

—¿Y lo hiciste?

—No, no sé si debería hacerlo. —Suspiro mirando mi celular.

—Yo creo que sí deberías. Después de todo, él nunca te ha sido infiel, simplemente no supieron cómo entenderse.

— Tal vez tengas razón, no fue tan grave. Supongo que lo exageré por inmadurez.

—Hablale ahora.

—Pero... él ya no me gusta.

—Solo escríbele por amistad y para solucionar sus problemas.

—Está bien, lo haré. Pero no ahora, no tengo ganas.

—Como quieras. —dice Nia con la boca llena.

—¿Sabes? Quiero proponerme algo a mí misma. —digo mientras bebo un refresco.

—¿Qué cosa?

—Yo no puedo acabar el año sin tener la valentía de acercarme a Hunter, al menos para una amistad.

—¿Cómo lo harás?

—Bueno, no lo sé, pero quiero acercarme a él antes de que nos graduemos. Supongo que tendré que dejar de lado mi timidez, qué flojera.

—No te preocupes mucho, él caerá a tus pies. Te lo aseguro.

—No me des falsas ilusiones, pero gracias. —Sonrío mientras termino mi comida.

Terminamos de comer y nos vamos a dormir. A la mañana siguiente, nos preparamos para ir a la escuela. Llegamos y hoy era día de deporte. Hicimos ejercicios básicos, elongamos, hicimos sentadillas, etc. Posteriormente, todos comenzaron a jugar fútbol, menos Nia y yo, que nos quedamos tomando agua en un rincón de la cancha.

De pronto recibí un fuerte pelotazo en el rostro. El dolor agudo me hace caer, sintiendo una mezcla de furia y humillación. Mi visión se nubló por un momento y cuando logré enfocar de nuevo, vi a Hunter riendo a carcajadas.

—¡Eso no fue gracioso, idiota! —grité mientras me levantaba furiosa del suelo.

Hunter dejó de reír y su expresión se puso seria al ver mi reacción. Antes de que pudiera contenerme, tomé el balón y se lo lancé con toda la fuerza que pude, impactando directo en su nariz.

Hunter, aturdido y sorprendido, se lleva una mano al rostro adolorido y me mira con incredulidad. —¡¿Qué demonios te pasa?! —exclama.

Con una sonrisa desafiante en mi rostro, respondo con determinación. —Ríete ahora.

La risa de Hunter se mezcló con su molestia mientras se secaba la sangre y me miraba con diversión.

—Maki, ¡eso estuvo mal! ¡No puedes devolverme el pelotazo de esa manera! —protestó mientras se acercaba a mí.—¿Y tú crees que fue divertido golpearme en la cara? —le espeté con desafío.

En ese momento, Nia se acercó a nosotros con una expresión relajada en el rostro.

—Maki, deberías disculparte con Hunter —sugirió Nia, sin poder contener la risa.
—Discúlpate tú primero, Hunter —lo mire de forma desafiante.

Hunter solo me ignora y dirige a los grifos para lavarse la cara. Nia me lanza una mirada cómplice y comienzo a seguirlo.

Con la cabeza gacha y una expresión de arrepentimiento en mi rostro, me acerca lentamente a él por detrás, mientras lava su rostro. Palmeo su hombro y él se voltea lentamente. Sus ojos grisáceos se cruzan con los míos por largos segundos.

—¿Qué quieres? —Hunter pregunta de forma indiferente.

—Disculpame, me pasé un poquito. —digo avergonzada.

 Para mi sorpresa, él aceptó mis disculpas de buen grado y pareció haber dejado lo ocurrido atrás. —No fue nada, agradece que no te lo devuelvo. —ríe burlón mientras cierra el grifo.


Silly LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora