Capítulo 6

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—No digas tonterías, Hunter. Sabes que no me importa si tienes novia o no, no es asunto mío —respondí, tratando de mantenerme firme a pesar de mi nerviosismo. —Como sea, tengo que irme.

Sin esperar su reacción, decidí terminar la conversación y me dirigí a la tienda para comprar galletas. Regresé a casa y desayuné con Aiden y Nia, disfrutando de la compañía de ellos.

Al llegar las 12 del mediodía, Nia se despide de nosotros y se va a su casa. Aiden y yo aprovechamos la tarde para limpiar y ordenar la casa, mientras mi madre va al trabajo.

Llega la noche y me fui a mi habitación, los días son tan aburridos como siempre. No tengo ganas de nada, ni motivación, solo dejo las semanas pasar, hasta que ocurra algo interesante en mi vida, de una vez por todas.

Me acuesto en mi cama y me pongo a dibujar, ya que es lo único que me relaja, lo único que me hace olvidar que estoy perdiendo otro año por nada. Por alguna razón extraña, los ojos de Hunter son algo que me inspira a dibujar, como si nunca hubiera visto otros ojos de color que no sean de color marrón oscuro. 

Sus ojos te hipnotizan, como si no existiera nada más alrededor. Al menos eso me pasa a mí cada vez que lo miro. Cada dibujo para mí es una reflexión, una vuelta a otro mundo. O estoy muy necesitada de un romance adolescente o tengo mucha imaginación. 

Otra opción no existe. Me niego a pasar otro san Valentín sola. Aunque mi amor propio es más importante. No pierdo nada con intentarlo, solo mi dignidad, que perdí hace mucho. 

Minutos despues, recibí un mensaje de Kally, disculpándose por su actitud de esta mañana. La perdoné y dejé todo esa tonteria atrás.

Cerré mi cuaderno de dibujos, colocándolo en mi mesita de noche. Apagué la luz y me tapé con las mantas. A las 6 de la mañana me desperto mi alarma, la apago y vuelvo a dormir 30 minutos más.

Me levanté de mala gana, como todas las mañanas. Fui al baño a cepillarme los dientes y a lavarme el rostro. Volví a mi habitación, me puse mi uniforme y salí de la casa sin desayunar. Allí estaba Aiden esperándome con Nia.

Llegamos a la escuela, saludamos a nuestros compañeros y Kally se acerca con Hunter para saludarnos, o al menos eso creíamos. Kally abrazó a mi hermano, dándole un beso muy cariñoso en su mejilla, frente a Nia.

Observo la reacción de mi amiga y veo cómo frunce el ceño. Parece que quiere darle cariñitos. Hunter se acerca a nosotras y nos saluda como si nada.  —Parece que aprendiste a saludar. —mencioné con una risita. —Aprendí gracias a tus lloriqueos— responde Hunter con una sonrisa burlona. 

Lo fulmino con la mirada, haciéndome la ofendida. —Bueno, pueden comenzar a enseñarme la escuela, ¿verdad? —propone Kally. —Por supuesto que no, explora tú sola. —agrego, Nia.

—Es una pena, entonces tendré que pedirle a Hunter que me acompañe, o tal vez a Aiden. —expresa Kally con un suspiro. —No, no. No hace falta, nosotras te acompañamos. —Dijimos Nia y yo al unisono.

Ambas le mostramos un poco de la escuela, y al cabo de un rato, entramos en nuestro salón de clases. Me senté en el lado de la ventana, Hunter detrás de mí, Nia frente a mí y Kally a mi derecha. ¡Qué desgracia! 

—¿Cuántas veces tengo que repetirte que dejes de tirar tu cabello en mi mesa? —expone Hunter. —Qué molesto eres. —exhalé, abriendo mi cuaderno.

Horas después, terminan las clases y guardo mis cosas en mi bolso. —Mak, ¿en dónde haremos el trabajo de historia?—pregunta Nia. —En mi casa. —respondí poniendo mi bolso en mi espalda. —¿Puedo unirme a ustedes? —interviene Kally.

—Claro, vamos. —miro a Nia y luego asiento. —Aiden, ¿tú vienes? —supuse caminando hacia el. -No, iré a casa de Hunter. Nos vemos, Mak. —se despide Aiden.

Llegamos a mi casa y nos sentamos en la sala. Traigo unas galletas de la alacena y comenzamos a hacer el trabajo. — ¿Maki, qué te parece si intentas acercarte más a Hunter? Yo podría ayudarte. —Kally sonríe y menciona.

—¿En serio crees que eso funcionará? —frunzo el ceño y miro a Kally con desconfianza. —tal vez sea una buena idea. Podrían intentarlo, al menos. -añade Nia. —Está bien, lo intentaré. Pero no creo que suceda nada. —afirmé y continué con el trabajo.

Silly LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora