Capitulo 6

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Christopher Morgan

El sonido de las campanas retumba en mi oído obligándome a maldecir.

La polla me duele cuando me levanto y no me queda de otra que optar por lo mismo de siempre: Meterme en el chorro de agua fría <<¡Mastúrbate y ya!>> Pide mi cerebro, pero me niego, como ya lo dije eso solo le da importancia.

No me sirvió el coño de Rachel no quiero que caiga en el sentimentalismo de hace tres años, descarto a Angela y peor con Gema que tiene la sensibilidad.

Me ha estado llamando una y otra vez recordándome que está enamorada de mí.

Como si me importara.

Me incomoda follarla y desquitarme las ganas que le tengo a la otra con ella. Quise sacarle el cuerpo pero llamó en son de amigos y me contó lo que había hablado con Angela. Ella le dijo que me la lleve para hablar y desahogarme.

Gema se comió el cuento y reconozco que me apena su inocencia y el que crea que me conoce sin ser así. Cree que tengo algo bueno y no sabe que tan equivocada esta.

Hoy es la procesión final, el obispo se despide del pueblo y volvemos al centro religioso. No he tenido mucho contacto con la central, lo último que supe fue que iba a secuestrar a las nórdicas. Patrick y Bratt buscan la forma de ganar confianza y entrar al club Óculos ya que hoy es el plazo máximo para conseguir las entradas.

Me salen ampollas en los pies y no sé qué es peor. Si caminar con un montón de dementes o fingir que me agradan.

Las confesiones acaban y me largo a empacar mis cosas.

El hotel es pequeño, la dueña sale del mostrador dándome un abrazo.

— Estuvo sensacional, padre. Es una bendición tenerlo aquí

— Gracias hija

— Procure no hacer ruido — me pide la mujer — El padre Humberto está durmiendo la siesta

¿Durmiendo? ¿No que iba a dar consuelo a los enfermos?

Subo con cuidado y pego la oreja a la puerta. Alguien jadea

Miro a todos lados e intentó abrir pero la cerradura tiene pestillo. Soy un coronel y una cerradura no es nada para mi así que con una navaja la abro con disimulo. Como lo imagine una mujer gime desesperada mientras el padre del convento la embiste en la cama pero eso no es lo peor, el obispo Pablo los observa sentado en un rincón de la alcoba.

Estos viejos tienen serios problemas.

Toso para que noten mi presencia, el padre Humberto salta de la cama asustado y el obispo Pablo no sabe qué cara poner. Cierro la puerta yéndome a mi habitación y el obispo no tarda en llegar.

— Gran trabajo padre — felicita como si no hubiera visto nada — Su oratoria es una maravilla al igual que su capacidad de atraer a la multitud.

— Gracias señor — cierro la maleta.

— ¿Viste todo?

— Parte

— Muchas devotas creen que nuestro cuerpo lava el pecado y esa pobre sierva quería que Dios se apiadara de ella.

No digo nada.

— Se sentía culpable por desear la muerte de su hermana.

— Entiendo ¿Y mi cuerpo también lava el pecado? O solo aplica para sus preferidos.

— No tengo preferidos, hijo. No comparto los métodos del padre Alberto se lo dije y será castigado.

Si, están todos locos.

Deseo Indomable ( Christopher Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora