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Jungkook llega sobre las cinco con una parka gruesa con capucha de pelo y guantes de color rojo brillante. La última vez que miré, no había ni un copo de nieve en el suelo, pero ahora me pregunto si es posible que me haya quedado dormido y haya habido una
tormenta de nieve durante mi siesta.

—¿Llegas ahora de Alaska? —pregunto mientras se baja la cremallera de la
abultada parka.

—No. —Suspira—. Llevo mi abrigo de invierno porque no encontraba el otro.
Pensé que quizá me lo había dejado aquí. —Analiza mi dormitorio—. Pero, supongo que no. Puf. Espero no habérmelo dejado en el aula de música.
Sé que una de esas chicas de primero me lo robaría y me encanta ese abrigo.

Suelto una risita.

—¿Cuál es tu excusa para los guantes?

—Tenía las manos frías. —Él ladea la cabeza—. ¿Cuál es tu excusa para la bolsa de hielo?

De repente caigo en que todavía sostengo una bolsa de hielo en mi costado, justo donde el gigante cuerpo de Jackson se estrelló contra mí. El moretón que tengo es la hostia y Jungkook suelta un gritito ahogado cuando levanto mi camiseta y le enseño
el círculo morado del tamaño de un puño.

—¡Oh, Dios! ¿Eso te ha pasado en el partido?

—Sí. —Me deslizo fuera de la cama y voy hacia mi escritorio para coger mis
libros de Ética—. St. Anthony tiene al Increíble Hulk en su equipo. Le pirra darnos de hostias.

—No puedo creer que expongas tu cuerpo a esto de forma voluntaria —dice con asombro—. Es imposible que merezca la pena, ¿no?

—Sí que merece la pena. Créeme. Unos cuantos rasguños y moratones no son nada en comparación con la emoción de estar en el hielo. —Lo miro—. ¿Sabes patinar?

—No mucho. A ver, he patinado. Pero por lo general solo se tiene que ir en
círculos por la pista. Nunca he tenido que coger un palo e ir persiguiendo un disco.

—¿Es eso lo que piensas que es el hockey? —le pregunto con una sonrisa—.¿Coger un palo y perseguir un disco?

—Por supuesto que no. Sé que requiere un buen número de diferentes destrezas y que es muy intenso para el espectador —admite.

—Es intenso para el jugador.

Se sienta en el borde de la cama e inclina la cabeza con curiosidad.

—¿Siempre has querido jugar? ¿O es algo a lo que te ha obligado tu padre?

Me tenso.

—¿Qué te hace pensar eso?

Jungkook se encoge de hombros.

—Alguien me dijo que tu padre es algo así como una superestrella del hockey. Sé que hay muchos padres por ahí que obligan a sus hijos a seguir sus pasos.

Mis hombros se ponen aún más rígidos. Me sorprende que no haya sacado el tema de mi padre antes —dudo que haya alguien en que no sepa que soy hijo de Phil—, pero también estoy sorprendido de lo perspicaz que es.
Nadie me ha lreguntado antes si de verdad disfruto jugando al hockey.

Simplemente asumen que debe encantarme porque mi padre lo jugaba
—Él me metió en eso —confieso con voz ronca—. Llevo patinando desde antes de empezar primaria, pero seguí jugando porque me encanta.

—Eso está bien —dice en voz baja—. Creo que es importante hacer lo que a uno le encanta.

Tengo miedo de que vaya a hacer más preguntas sobre mi padre, así que me aclaro la garganta y cambio de tema.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora