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—No puedo creer que esto esté pasando —anuncia Dexter, por millonésima vez,desde el asiento trasero del Jeep de Jin.

Junto a Dex, Hwasa suspira y dice en alto, también por millonésima vez:

—Qué fuerte ¿verdad? Estamos en el coche de Kim Seokjin. Una parte de mí se siente tentada a hacer lo que dice Carrie Underwood en su tema Before He Cheats y grabar mi nombre en sus asientos de cuero.

—¡Ni se te ocurra! —le ordeno desde el asiento del conductor.

—Relax, Jungkook, no voy a hacerlo. Pero tengo la sensación de que si no dejo mi huella en este coche, nadie se va a creer que he estado en él.

Jo, ni yo mismo me puedo creer que estoy aquí. No me chocó cuando Jimin abrazó corriendo la oportunidad de ir conmigo; continúa en la búsqueda de detalles sobre Jin; pero me sorprendió que Hwasa y Dex insistiesen en venir.

Durante este viaje, me han preguntado por lo menos dos veces cada uno si Jin  y yo estamos saliendo. Y aún no hemos llegado a nuestro destino. He respondido con mi respuesta estándar: «a veces pasamos el rato juntos». Pero cada vez es más difícil convencer a los demás, e incluso a mí mismo, de eso.

Durante el resto del trayecto ponemos música a tope. Dex y yo cantamos y nuestras armonías son absolutamente increíbles. ¿Por qué no le pedí cantar un dueto conmigo?

¡Joder! Jimin y Hwasa no pueden afinar ni aunque su vida dependa de ello, pero se unen a nosotros en los estribillos y para cuando llegamos al parking del estadio de hockey, estamos todos de muy buen humor.

Yo nunca había estado en Icheon antes y me gustaría tener más tiempo para explorar el campus, pero ya llegamos tarde, así que conduzco a mis amigos dentro porque no quiero que perdamos la oportunidad de encontrar asientos libres. Estoy flipando con lo grande y moderno que es el campo y por la cantidad de personas que hay aquí esta noche. Por suerte, encontramos cuatro asientos vacíos cerca de la zona del equipo de nuestra uní. No nos molestamos en ir a por comida, porque en el coche ya nos hemos puesto gochos de tortillas de maíz.

—Vale, entonces ¿cómo va el juego este otra vez? —pregunta Dexter.

Sonrío.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, en serio. Soy un chico negro de Biloxi, Kook- Kook. ¿Qué coño sabré yo de qué va el hockey?—Vale, tienes razón.

Mientras Jimin y Hwasa charlan sobre una de sus clases de interpretación, le hago un rápido resumen a Dex de lo que se puede esperar del partido. Sin embargo, cuando los jugadores llegan al hielo, me doy cuenta de que mi explicación no le hace justicia.

Este es el primer partido de hockey que veo en directo y me sorprende el rugido de la multitud, el estruendo ensordecedor de la megafonía, la rapidez infinita de los jugadores.

La camiseta de Jin es la 44, pero no es necesario mirar el número para saber qué jugador vestido de negro y plata es él. Está en el centro de la línea de salida y, un segundo después de que el árbitro deje caer el disco, Jin gana la puesta en juego y le pasa el disco a Yoongi, quien yo pensaba que era un extremo, pero al parecer es defensa.

Estoy demasiado ocupada viendo a Jin como para centrarme en cualquiera de los demás jugadores. Él es... fascinante. Ya es alto sin patines, así que los centímetros extra le hacen parecer enorme. Y es tan rápido que me cuesta bastante seguirle con la mirada. Jin vuela por el hielo, persiguiendo el disco que Icheon acaba de robar y carga contra el jugador rival, arrebatándoselo como un campeón.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora