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Estoy sonriendo como el tonto del pueblo. Y ahora NO es el momento de sonreír como el tonto del pueblo, no cuando estoy completamente desnudo en una habitación llena de tíos duchándose y mi novio me está lanzando puñales con los ojos. Pero estoy tan feliz de verlo que no puedo controlar mis músculos faciales.

Mis ojos se comen sus ojos. Su preciosa cara. El pelo oscuro recogido en una media cola con una especie de goma rosa. Ojos negros brillantes y enfurecidos.

Está tan sexy cuando se enfada conmigo…

—Yo también me alegro de verte, bebé —contesto alegremente—. ¿Qué tal te ha
ido en las vacaciones?

—¡No me llames bebé! ¡Y no me preguntes por las vacaciones, porque no te mereces saber nada de ellas! —Jungkook me fulmina con la mirada y después cambia su objetivo a los tres jugadores de hockey de las duchas de al lado—. Por el amor de Dios, ¿queréis enjuagaros de una vez y salir de aquí ya? Estoy intentando gritarle a
vuestro capitán.

Ahogo una risa, que se me termina escapando cuando mis compañeros de equipo obedecen las órdenes como si las hubiera dicho un sargento de instrucción. Las duchas se cierran y las toallas se descuelgan, y un segundo después, Jungkook y yo estamos solos.

Cierro el grifo y me doy la vuelta. La puerta de la ducha cumple bien la función de icultar mi zona de la planta baja, aunque todo lo que tiene que hacer Jungkook es mirar por encima para obtener un vistazo de cómo mi polla se empalma a toda velocidad;
está increíblemente feliz de verlo.

Pero él no echa ningún vistazo dentro de la ducha. Sigue mirándome fijamente.

—¿Has promulgado una ley de no acercamiento a mí en todo el campus? ¿Estás de coña o qué?

No siento absolutamente ningún arrepentimiento cuando me encuentro con sus ojos.

—Por supuesto que sí.

—Dios. Eres increíble. —Sacude la cabeza con incredulidad—. ¿Qué tipo de
persona es capaz de hacer eso, Jin? ¡No se puede ir por ahí diciéndole a todos los chicos de esta universidad que no tienen permiso para tocarme porque si lo hacen se las tendrán que ver contigo!

—No se lo dije a todos los chicos. ¿Tengo pinta de tener todo ese tiempo libre? —
Esbozo una sonrisa—. Se lo dije a unas pocas personas clave y me aseguré de que se corriera la voz.

—¿De qué va esto? ¿Si tú no me puedes tener, nadie más puede hacerlo? —dice en tono amenazante.

Suelto una risita.

—Hombre, eso es de locos. No soy un psicópata, bebé. Lo he hecho por tu bien.

Abre la boca de par en par.

—¿Cómo coño sabes lo que es por mi bien?

—Porque estás enamorado de mí y no quieres enrollarte con nadie más. Pero mira, yo tenía miedo de que tu «yo» cabezota acabara haciéndolo solo para cubrir tu mentira, así que tuve que tomar algunas medidas preventivas. —Apoyo mis antebrazos en la puerta—. Sabía que si te liabas con alguien acabarías lamentándolo, y te
sentirías como el culo cuando por fin entraras en razón. Y bueno, quería evitarte todo ese dolor y sufrimiento. De nada.

Parece aturdido por un momento.

Y entonces se empieza a reír.

Dios, he echado tanto de menos el sonido de su risa. Estoy tentado a saltar sobre la pequeña puerta y besarlo hasta desgastar sus labios, pero no se me da la oportunidad.

—¿Qué narices está pasando aquí?

Jungkook pega un respingo de la sorpresa cuando el entrenador Jensen aparece en la zona de duchas.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora