16

308 55 14
                                    

Es como si hubiera viajado atrás en el tiempo a los días de parque infantil de tercero de primaria. A no ser que exista otra explicación de por qué Seokjin me está provocando para que le bese. 

—No tengo que demostrar absolutamente nada —le informo—. Resulta que beso estupendamente bien. Lamentablemente, NUNCA llegarás a saberlo. 

—Never say never —responde con voz cantarina. 

—Gracias por el consejo, Justin Bieber. Pero sí, amigo, no lo sabrás jamás. 

Suspira. 

—Lo pillo. Estás intimidada por mi potente masculinidad. Anímate, me pasa todo el tiempo. 

Ay, madre. Todavía recuerdo aquellos días —hace una semana— en los que Kim Seokjin no formaba parte de mi vida. Aquellos días en los que no tenía que escuchar sus arrogantes comentarios, ni ver sus sonrisas pícaras, ni verme arrastrado a una batalla de flirteo por la que no tengo ningún interés.Pero Jin resulta ser muy, muy bueno en una cosa en particular: desafiar. 

—El miedo forma parte de la vida —dice con solemnidad—. No permitas que eso te desanime, Kookie. Todo el mundo lo experimenta. —Se inclina hacia atrás sobre sus codos, en plan mafioso—. Pero te diré algo, eres libre. Si estás demasiado asustado como para besarme, no voy a obligarte. 

—¿Asustado? —le suelto—. No tengo miedo, idiota. Es solo que no quiero. 

Otro suspiro se escapa de su pecho. 

—Vale, entonces creo que lo que tenemos aquí es un problema de confianza en ti mismo. No te preocupes, hay un montón de gente que besa mal en este mundo, querida.Estoy seguro de que con práctica y perseverancia, algún día podrás... 

—De acuerdo —interrumpo—. Hagámoslo. 

Su boca se cierra de golpe y sus ojos se abren como platos por la sorpresa. Ajá.Así que no esperaba que aceptase el reto.Nos miramos fijamente el uno al otro durante una eternidad. Está esperando a que yo dé marcha atrás, pero estoy convencido de que puedo ganarle en la espera.

 Es posible que sea infantil por mi parte, pero Jin ya se ha salido con la suya con el tema de las clases particulares. Esta vez quiero ganar YO.Pero una vez más, le he subestimado. Sus ojos grises se oscurecen y pasan a un tono plateado metálico ahumado, y de repente hay calor en su mirada. Calor y un destello de confianza en sí mismo: está convencido de que no voy a llegar hasta el final.Detecto esa seguridad en el tono despectivo que usa cuando por fin habla: 

—Muy bien, pues enséñame lo que tienes que ofrecer. 

Vacilo.Joder. No puede ir en serio.Y yo no puedo estar, de verdad, planteándome esta locura de reto. No me siento atraído por Jin y no quiero darle un beso. Fin de la historia.Aunque..., bueno, no da la impresión de ser el fin de NADA. 

Mi cuerpo está como envuelto en llamas y mis manos tiemblan, pero no de los nervios, sino de anticipación.Cuando me imagino su boca contra la mía, mi corazón se acelera y va más rápido que un tema de drum and bass.¿Qué narices pasa conmigo? Jin se acerca unos centímetros. Nuestros muslos se tocan y, o bien estoy teniendo alucinaciones, o puedo ver perfectamente cómo le palpita el pulso en el centro de su garganta.No puede ser que él quiera esto..., ¿verdad?

 El sudor de mis manos aumenta, pero me resisto a limpiarlas en mis jeans porque no quiero que sepa lo nervioso que estoy. Soy totalmente consciente del calor que irradia de su muslo cubierto por el vaquero, del tenue aroma a madera de suafter shave, de la leve curva de su boca mientras espera mi próximo movimiento... 

—Vamos —se burla—. No tenemos toda la noche, nene. 

Ahora estoy cabreado. A la porra. No es más que un beso, ¿no? Ni siquiera me tiene que gustar.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora