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Me aseguro de estar en casa —y solo— cuando Jungkook aparece el jueves por la tarde. Que nos pillara in fraganti a Irene y a mí me divierte más que me avergüenza, y bueno, al menos no entró mientras me estaba corriendo. La cara de Jungkook se habría puesto cien veces más roja si hubiera oído los gritos de Irene durante su orgasmo.

Honestamente, una parte de mí se pregunta si fingía esos gemidos de estrella porno. No es que pretenda ser un semental en la cama, pero sí que soy super atento y nunca he tenido ninguna queja. Sin embargo, anoche fue la primera vez que sentí que la chica que había en mi cama estaba en realidad haciendo teatro. Hubo algo súper…
insatisfactorio en todo el asunto. No sabría decir si fingía, o si simplemente estaba exagerando su placer, pero de cualquier manera, lo cierto es que no tengo muchas ganas de volver a ver su espectáculo.

Jungkook llama a mi puerta, pero no se detiene tras el primer golpe. Aporrea mi puerta al menos diez veces más, y después, cuando ya le he gritado que entre, le da dos veces más.

La puerta se abre y Jungkook entra en mi cuarto tapándose los ojos con ambas manos.

—¿Es seguro entrar? —pregunta en voz alta. Con los ojos todavía cerrados,
extiende sus brazos hacia delante como una persona ciega a tientas en su oscuridad.

—Joder, Jungkook, eres como una niñato impertinente —digo con un suspiro.

Sus párpados se abren de repente y me mira con gravedad.

—Estoy siendo cuidadoso —contesta en tono arrogante—. Solo le pido a Dios no
volver a entrar en medio de otro de tus polvos.

—No te preocupes, ni siquiera habíamos llegado a eso. Por si te interesa, estábamos todavía en los juegos preliminares. Segunda y tercera fase: tocamientos y sexo oral, para ser exactos.

—Qué asco. Demasiada información.

—Eres tú él que has preguntado.

—Yo no he preguntado nada. —Se acomoda con las piernas cruzadas en la cama y tira de la carpeta que hay en su mochila—. Vale. Suficiente charla. Primero leeremos tu texto revisado y después resumiremos unos cuantos ejercicios prácticos.

Le doy el texto corregido y me recuesto sobre las almohadas mientras Jungkook lo lee. Cuando termina, me mira, y veo en sus ojos que está sorprendido para bien.

—Esto está bastante guay —admite.

Experimento una explosión de orgullo en mi interior. He trabajado como una bestia para el ensayo este de los nazis y la felicitación de Jungkook no solo me gusta, sino que también confirma que estoy mejorando en la tarea de ponerme en la cabeza de otra persona.

—La verdad es que, más que guay, está superguay —rectifica mientras relee la
conclusión.

Finjo un grito ahogado.

—Ostras. ¿Eso ha sido un cumplido?

—No. Me retracto. Es una mierda que flipas.

—Demasiado tarde. —Muevo mi dedo índice delante de sus ojos—. Crees que soy inteligente, ¿eh?

Deja escapar un profundo suspiro.

—Eres inteligente cuando te aplicas. —Hace una pausa—. Bueno, igual te parezco un capullo por decir esto, pero siempre he asumido que la uni era más fácil para los buenos deportistas. Académicamente, quiero decir. Ya sabes, que os regalan los 10
por ser super importantes para la institución.

—Ya me gustaría. Conozco a algunos chicos del Eastwood cuyos profesores ni
siquiera se leen sus exámenes; simplemente les plantan un 10 y se los devuelven. Pero los profes de aqui nos hacen currárnoslo. Son unos cabrones.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora