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Sabía que iba a estar bastante empanado el resto del semestre, pero no me esperaba que fuera a ser por el hueco vacío que hay en mi pecho y que solía sostener mi corazón.

No he visto a Jin ni he hablado con él en una semana. Una semana no es mucho
tiempo. Me he dado cuenta de que, a medida que me voy haciendo mayor, el tiempo parece volar a la velocidad de la luz. Parpadeas una vez y ha pasado una semana. Parpadeas otra vez y es un año lo que ha transcurrido.

Pero desde que rompí con Jin, el tiempo ha vuelto a ser como cuando era
pequeño. Cuando un año escolar parecía durar para siempre, y cuando un verano parecía que nunca iba a terminar. El tiempo se ha ralentizado y es insoportable. Estos últimos siete días bien podrían haber sido siete años. O siete décadas.

Echo de menos a mi novio.

Y odio al padre de mi novio por ponerme en esta situación imposible. Le odio por hacerme romper el corazón de Jin.

Quieres «explorar» solo por si acaso conoces a alguien que es mejor que yo.

El desalentador resumen que ha hecho Jin de la monumental mentira que he
utilizado como discurso de ruptura continúa zumbando en mi cerebro como un enjambre de langostas.

¿Alguien mejor que él?

Dios, me mató decir eso. Hacerle daño así. El sabor amargo de esas palabras aún abrasa mi lengua, porque, joder, ¿alguien mejor que él?

No hay nadie mejor que él. Jin es el mejor hombre que he conocido. Y no solo porque es inteligente, sexy, divertido y mucho más dulce de lo que jamás me pude imaginar. Él me hace sentir vivo. Sí, es cierto que nosotros discutimos, y es indudable que hay veces que su arrogancia me vuelve loco, pero cuando estoy con él, me siento
completo. Siento que puedo bajar la guardia totalmente y que no me tengo que preocupar de que me hagan daño, se aprovechen de mí o de tener miedo, porque Kim Seokjin siempre estará ahí para quererme y protegerme.

El único aspecto positivo de este terrible desastre es que el equipo está ganando de nuevo. Perdieron el partido que Jin se perdió por la suspensión, pero han jugado dos más desde entonces, incluyendo uno contra Eastwood, su rival de liga, y han ganado ambos. Si siguen yendo por el camino que van, Jin conseguirá lo que desea: llevará a la NSU a los campeonatos en su primer año como capitán.

—Oh, Dios. Por favor, no me digas que eso es lo que te vas a poner esta noche. — Jimin entra en mi dormitorio y frunce el ceño a mi atuendo—. No. Te lo prohíbo.

Bajo la mirada hasta mis viejos pantalones a cuadros y mi sudadera con el cuello cortado.

—¿Qué? ¡No! —Señalo a la bolsa que cuelga del gancho detrás de mi puerta—. Voy a llevar eso.

—Ooooh. Déjame verlo.

Jimin baja la cremallera de la bolsa y empieza con unos «ooohs» y «aaahs» cuando ve el traje  dorado que hay en su interior. Su entusiasmada reacción es un testimonio de lo empanado que he estado esta semana.

Cuando conduje a centro de Seul
para comprar el Traje para el concierto, estaba medio en trance, y aunque lleva
colgado de mi puerta cuatro días, nunca me molesté en enseñárselo a Jimin.

No quiero lucirlo. Puf, no quiero ni ponérmelo. El concierto exhibición de invierno comienza en dos horas y no podría darme más igual.

Todo el semestre ha girado, in
crescendo, en torno a esta estúpida actuación.

Y a mí no me podría dar más igual.

Cuando Jimin se da cuenta de mi desinteresada expresión, sus facciones se suavizan.
—Jo, kook-Kook, ¿por qué no le llamas y ya está?

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora