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Jin me manda un mensaje cuando me estoy preparando para irme a la cama.

Jimin y yo hemos entrado por la puerta hace literalmente cinco minutos, y me pilla por sorpresa tener noticias suyas otra vez esta noche. Pensé que caería rendido nada más llegar a casa después del partido.

Él: Necesito hablar contigo.

Yo: Ahora?

Él: Sí.

Vale. Puede ser que no sean más que mensajes de texto, pero no resulta difícil adivinar su tono. Es, sin lugar a dudas, cabreado.

Yo: Eh... claro. Me llamas?

Él: Estoy n tu puerta.

Mi cabeza se gira con brusquedad hacia mi puerta abierta, esperando encontrarlo allí, pero inmediatamente me siento un poco tonta, porque me doy cuenta de que se refiere a la puerta de entrada del apartamento donde vivimos Jimin y yo, no de mi habitación en particular. No obstante, debe ser algo grave porque Jin no suele aparecer sin previo aviso.

Las náuseas se arremolinan en mi estómago mientras traspaso la zona común para abrir la puerta.

Efectivamente, Jin está de pie en el descansillo. Aun lleva su cazadora del equipo y los pantalones de chándal, como si hubiese venido directamente aquí sin pasar primero por su casa a cambiarse.

—Hola —le saludo y hago un gesto para que entre—. ¿Qué pasa?

Él mira por encima de mí hacia el salón vacío.

—¿Dónde está Jimin?

—Se ha ido a la cama.

—¿Podemos hablar en tu habitación?

Las náuseas empeoran. Me resulta totalmente imposible descifrar su expresión. Sus ojos están entrecerrados y su tono carece por completo de emoción. ¿Tiene esto algo que ver con su padre? No pude escuchar la conversación que mantuvieron antes, pero su lenguaje corporal transmitía algún tipo de agresión seria. Me pregunto si tal vez ellos...

—¿Tienes una cita con Namjoon este fin de semana?

Jin suelta la pregunta en el momento en el que estoy cerrando la puerta de mi habitación y me doy cuenta que, a mi pesar, esto no tiene nada que ver con su padre.Y tiene TODO que ver conmigo.

La sorpresa y una culpabilidad instantánea libran una guerra dentro de mí cuando me encuentro con su mirada.

—¿Quién te ha dicho eso?

—Tae. Pero a él se lo dijo Namjoon.

—Oh.

Jin no se mueve. No se quita la cazadora. Ni siquiera parpadea. Él únicamente mantiene su mirada fija en la mía.

—¿Es verdad?

Trago saliva.

—Sí y no.

Por primera vez desde que llegó aquí, sus facciones muestran una emoción: cabreo.

—¿Qué coño significa eso?

—Eso significa que sí me invitó a salir, pero yo aún no he decidido si voy o no.

—¿Le dijiste que lo harías? —Hay un punto de tristeza en su tono de voz.

—Bueno, sí, pero...

Los ojos de Jin arden.

—¿En serio dijiste que sí? ¿Cuándo te lo pidió?

—La semana pasada —admito—. El día después de la fiesta de Soobin. Su rostro se relaja. Pero solo un poco.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora