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—Hola, Kook-Kook —Jimin me sorprende en el trabajo esta noche, se sienta en una de mis mesas con una sonrisa radiante. Cuando Sean se sienta junto a él en el banco corrido, me cuesta reprimir una sonrisa. ¿Están sentados en el mismo lado de la mesa?
Uau, deben de estar volviendo a ir en serio, porque solo las parejas que están
locamente enamoradas hacen eso.

—¿Qué tal, Jungkook? —dice Sean mientras estira su brazo sobre los delgados hombros de Jimin.

—Hola. —Toda la noche he estado aguantando a clientes pesados, así que estoy superfeliz de ver algunas caras amigas—. ¿Queréis algo de beber mientras miráis la carta?

—Para mí un batido de chocolate, por favor —responde Jimin.

Sean levanta sus dedos índice y corazón.

—Con dos pajitas —añade guiñando un ojo.

Me río.

—Madre mía, estáis tan acaramelados que me están saliendo caries.

Pero me hace feliz verlos felices. Para ser miembro de una fraternidad, la verdad es que Sean es bastante guay y, que yo sepa, nunca le ha puesto los cuernos a Jimin.

Sus últimas rupturas siempre fueron decisión de Jimin—pensaba que eran demasiado jóvenes para una relación seria—, y Sean siempre se ha mostrado infinitamente paciente en todo momento.

Preparo su batido del amor, se lo llevo a la mesa con una reverencia extravagante.

—Madame, monsieur.

—Gracias, cariño. Ah, escucha —dice Jimin mientras Sean estudia el menú—.
Algunos de las chicos de nuestra planta van a hacer un maratón de pelis de Ryan Gosling mañana por la noche.

Sean gruñe.

—¿Otra fiesta Gosling? No sé lo que veis en ese tío. Está escuálido como un palo.

—Es muy guapo —corrige Jimin antes de mirarme otra vez—. ¿Vienes?

—Depende de la hora.

—Mark tiene una clase tarde, pero volverá a las nueve. Así que será más o menos a esa hora.

—Mierda. Doy clase a las nueve.

La cara de Jimin se ensombrece con decepción.

—¿No puedes intentar dar la clase antes? —Sube y baja las cejas como si tratara de seducirme—. Ken va a hacer sangría…

Tengo que admitir que la idea me tienta. Hace ya tiempo que no quedo con los chicos o consumo alcohol. Yo no bebo en las fiestas —y por una buena razón—, pero no me importa pillar un puntito de vez en cuando.

—Llamo a Jin durante mi descanso. A ver si él está libre antes.

Sean mira por encima de la carta, interesado otra vez en la conversación.

—¿Entonces tú y Kim ahora sois los mejores amigos?

—Naah. Es solo una relación profe-alumno.

—No, no —se burla Jimin. Se gira hacia su novio—. Son superamigos. Se
mensajean y todo.

—Vale. Somos amigos —le digo a regañadientes. Cuando Sean me dirige una sonrisa de complicidad, enseguida le gruño—. Solo amigos. Así que quítate todos esos pensamientos guarros de tu cabeza.

—Oh, vamos, sabes que no puedes culparme. Es el capitán del equipo de hockey y se le acaban los chicos antes de lo que se le acaba un rollo de papel higiénico. Sabes perfectamente que todo el mundo va a pensar que eres su nueva conquista.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora