14 ¿Día soleado o atardecer fascinante?

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Hyunjin envolvió una de las manos de Changbin con su otra mano y cerró los ojos para permitirse sentir la calidez que el tacto del otro le transmitía. Sabía que así era como realmente debía sentirse el amor, como la cálida tranquilidad y no como la oleada de emociones que lo hacían querer vomitar.

Pero también sabía que era injusto para Changbin iniciar algo así. En un par de días se encontrarían todos en su casa. No quería estar con él, sabiendo que su estómago se revolvería cada vez que mirara a Felix.

Abrió los ojos y acarició la mejilla de Changbin.

—Mereces algo mejor que un tipo que está pensando en otro mientras tomas sus manos.

—Creo poder escoger que merezco y que no —replicó Changbin, embriagado en el calor de la mano que se posaba ahora en su rostro.

—¿Estás seguro? —le sonrió, debatiéndose internamente. El egoísmo luchaba por ser escuchado, por satisfacer la necesidad de ser amado sin importar el daño que eso podría llegar a causarle al otro.

Nuevamente Changbin se perdió en su sonrisa, estaba totalmente hipnotizado y su evidente embobamiento no engañaba a nadie.

—No puedo hacerte esto —Hyunjin respiró profundo, retirando sus manos con cuidado. Jugó un momento con sus anillos, cambiándolos todos a una misma mano, mientras se debatía—. No puedo ser tan imbécil.

Changbin sonrió incrédulo, en efecto, la caída se sentía fuerte. Tomó la dignidad que le quedaba y se bajó del auto.

Una pequeña parte de sí albergaba la esperanza de que Hyunjin lo siguiera, pero no, no lo siguió. Sabía que podía llamar a Felix y que este sería capaz de tomar un autobús en medio de la noche para llegar a verlo, la vida le parecía una broma de pésimo gusto.


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Lunes 19

La última semana de entregas en la universidad había llegado. Aquella en que todos cerrarían sus últimas asignaturas para bien o para mal, preparándose para las vacaciones.

Hyunjin se encontraba inmerso en una de sus últimas entregas: Desde una fotografía base, debúa pintar cuatro lienzos. En cada uno tenía que utilizar diferentes técnicas y, lo más importante, cada uno debía reflejar diferentes emociones.

Un mismo paisaje, cuatro emociones totalmente distintas. Tenía la inspiración perfecta y el tiempo parecía esfumarse cuando se concentraba en plasmar parte de sí mismo sobre la tela.

El sonido de su teléfono lo sacó un momento del trance. Eran las fotografías de Sana y se veían bastante bien, así que se las reenvió a Yeji. Ella seguramente se emocionaría más que él. No pasó ni un minuto cuando su hermana entró a su taller de pintura dando grititos de emoción.

—¿Aún no las subes? —preguntó ansiosa.

—No pienso subirlas, que vergüenza.

—¿Por qué vergüenza? Si sales perfecto —intentó animarlo con su habitual sonrisa.

—No es eso, no sé, a nadie le interesa verme posando.

—Súbelas al menos como story — le suplicó.

—Ni siquiera sales tú —Hyunjin rió ante el entusiasmo de su hermana—. Ok, sólo a las stories para que no te sientas triste.

Yeji celebró mirando por encima de su brazo como las subía. 

EGOÍSMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora