6 ¿Qué dijiste?

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Changbin abrió la puerta del departamento de Jeongin con las llaves que Chris le entregó. IN andaba de viaje, Yeji y Seungmin rendían un examen en la universidad, absolutamente nadie más que él podía pasar en ese momento por la computadora del mayor.

Avanzó dubitativo por uno de los pasillos. Sabía que al fondo había dos puertas. Sólo debía entrar a la de su derecha, caminar hasta el final de la habitación y tomar la laptop que se encontraba sobre el escritorio de IN. Sencillo. ¿Por qué sentía el estómago revuelto al desempeñar una tarea tan simple como esa?

Su mano se posó en la perilla de la puerta izquierda, la giró e ingresó con la vista fija en el escritorio. Tomó un notebook, sin detenerse en el protector pintado a mano que tenía encima, ni en las croqueras, ni en los lápices desordenados alrededor. Se volteó y se dispuso a salir, cuando una voz conocida lo detuvo.

—¿A dónde llevas mi computadora? —le preguntó Hyunjin, con una sonrisa cautivante, apoyado en la puerta de su baño. Una toalla envuelta en la cintura y las gotas rojizas que caían de su pelo mojado, eran lo único que cubría su cuerpo.

—No, es de... —¡Mierda! quiso excusarse al caer en que definitivamente había entrado a la habitación equivocada, pero no supo cómo—. ¿Te pintaste el pelo rojo? —intentó desviar la atención en lo que dejaba la computadora de regreso en el mueble, esperando lograr salir rápida y eficazmente del lugar.

—Fue idea de Felix —respondió, tomando unas hebras de su propio cabello—. ¿A dónde vas? —continuó interrogándolo, con una sonrisa dulce y coqueta, mordiendo suavemente su labio inferior.

Changbin sintió como su corazón amenazaba con salir disparado por su garganta de tan fuerte que latía. Sus muslos firmes y musculosos no deberían estar temblando, pero parecían tener vida propia. La vibración llegaba a retumbar en su entrepierna.

Era incapaz de responder a la interrogante. Porque, en el fondo, quería quedarse.

Hyunjin avanzó hasta su cama y se sentó en la orilla, sin dejar de mirarlo. Su mano comenzó a acariciar la toalla sobre el evidente bulto a la altura de su pelvis.

—¿Te gusta? —insistió seductoramente, jugando con la mirada entre su propia erección y los ojos de Changbin—. El color de pelo —rió bajo, haciéndose el desentendido, como si no estuviera tentándolo deliberadamente.

Changbin asintió en silencio, acercándose con indecisión. Se veía como una puta alucinación. La melena roja, los ojos oscuros, la piel aún un tanto mojada por la ducha, la evidente excitación bajo esa toalla. Bastaría un movimiento para dejar su cuerpo totalmente al desnudo.

Y lo hizo. En un suspiro, descubrió totalmente su anatomía.

Su polla: dura, larga, gruesa, rosada y goteante. Totalmente a disposición de Changbin, que aún nervioso, se arrodilló junto a la cama entre las piernas de Hyunjin.

Sus manos se deslizaron por los suaves muslos. Sintió como los largos dedos acariciaban su rostro. Arrastrándolo suavemente. Prácticamente, atrayéndolo como un magneto hacia su erección.

Su lengua bebió de la humedad que brotaba desde la punta. El sabor era delicado, como los suaves gemidos que nacían en la garganta de Hyunjin. Una melodía hipnotizante que lo invitaba a engullirlo por completo.

Por fin lo tenía dentro de su boca, lo había deseado tanto. Quería hacerlo acabar, beber de todo el semen caliente que pudiese brotar de esa verga. Sin embargo, Hyunjin tenía otros planes, lo tomó y lo llevó a recostarse en la cama junto a él.

Necesitaban devorarse. Los besos húmedos y ruidosos se mezclaban con respiraciones fuertes, interrumpidas por los gemidos que brotaban al compás del contacto de sus cuerpos. Finalmente, volvían a recorrer cada rincón con una urgencia que parecía inagotable.

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⏰ Última actualización: Nov 17 ⏰

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