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Lo que más detestaba el jóven demonio, era el bullying en las escuelas, y feo fué para él tener que ver en su primer día como golpeaban sin piedad a un hada.

Él no comprendía porque en aquel lugar las hadas eran vistas como débiles y sin importancia. Del bosque donde el venía las hadas eran respetadas y de un gran rango por las habilidades que poseía cada una de ellas.

Ahí se encontraba ahora el de cabello oscuro, ayudando a un hada lastimada con cabello rubio y ojos azules. Con un híbrido de cabra asustado a su lado por los golpes que habían sido proporcionados en el rostro y cuerpo de su mejor amigo.

El hada lloraba y el demonio intentaba calmarle mientras su mejor amigo le dejaba suaves caricias en el cabello del rubio.

—dolerá unos días pero sacará rápido ¿si? — el rubio limpiaba sus lágrimas negando suavemente con su cabeza.

—Eso... Eso no me importa, no quiero llegar a casa y que mi hermano me vea así, no quiero que se preocupe.— dice en sollozos

—Gogs... ay no— El híbrido empezó a entrar en panico recordando lo que le había primetido al hada mayor.

"Tobías ¿me prometes que cuidarás de Tommy?"
"Claro que si Gogy ¡Lo prometo!"

El híbrido no pudo evitar ponerse a llorar desesperado al no saber que hacer cuando termine el horario de clases e ir a casa de George.

—¿Tubbo?— preguntó un Tommy confundido y preocupado entre pequeños sollozos.

El jóven demonio lo único que podía hacer es ser espectante de ambos chicos que lloraban por situaciones parecidas, quería hacer algo para ayudar pero... ¿Qué podría hacer? Nada, absolutamente nada, solo tratar de levantarles el animo una vez se tranquilicen y desahoguen.

—Perdón, yo le prometí que te mantendría a salvo y le fallé— dijo apoyandose contra la pared mientras lloraba.

Y así estuvieron en un momento. Llorando por la situación que ocurría mientras el tercero solo miraba esperando no molestar en el acto.

—Karl ¡No nos acerquemos tanto!— se queja el hada quien está siendo arrastrado hacia el limite del bosque.

Karl solo rió viendo como su mejor amigo parecia un niño pequeño y se ponía los lentes de sol que traía colgando en su ropa.

Aun recordaba la vez que le regaló esos lentes, había sido la primera vez que iban al limite del bosque y a George le molestaba la luz del sol puesto a que las hadas viven en el sitio más frondoso del bosque por lo que no tienen tanta luz.

Eso había sido cuando tenía 10 y George 12, hace ya años y aun el de ojos chocolate las conservaba como uno de los más lindos recuerdos. George era de esos que atesoraba cualquier momento que se le hacía bonito o especial y Karl amaba eso.

También recordaba que en esos tiempos su especie no lo dejaban juntarse con un hada y no era que los creian debiles como los demás. Simplemente era porque desde siempre las hadas y los Viapus se han llevado mal.

Con el tiempo la familia de Karl se empezaba a encariñar con George dejando que por primera vez un Viapus sea amigo de un hada.

Ambos se quedaron mirando hacia la casa del humano que les vigilaba desde una distancia prundente.

—Tengo planeado hablar con Phil para que nos ayude con esto de tu problema con la primavera.— dijo Karl desviando su mirada hacia su amigo.

—Qu-... — George miró a Karl de inmediato. —Karl, es un mago—

—Si, és un mago bueno que con gusto te ayudaría.— se cruzó de brazos con em ceño levemente fruncido.

—si y por ello es que no quiero involucrarlo. ¿Qué pasa si se enteran de que ayudó a un hada?—

—George, no creo que estén al pendiente de cada cosa que hace, trato de ayudarte pero si no colaboras no puedo hacer nada más— Karl se encogió de hombros ya harto de insistir, la palabra de su mejor amigo tendría que quedar como última.

El de ojos esmeralda seguía detrás del árbol escuchando cada palabra dicha por los seres místicos. Quería respuestas por lo que se acercó un poco más lentamente para no hacer ruido.

El mayor de los tres suspiró algo frustrado, era un buen momento para marcharse de ahí y hacer su actividad favorita para calmarse y Karl lo sabía asi que no lo retendría.

—George si quieres irte está bien, mientras te mantengas alejado del pueblo por un rato.— dijo el menor con una expresión tranquila.

—¿así de fácil?— su mejor amigo asintió en respuesta mientras le dá unas palmaditas suaves en su cabeza.

—no te estreses, gatito— dijo soltando una pequeña risa y empezando a adentrarse al bosque. —ve con cuidado—

—tú igual— respondió algo alto para que el menor le escuchara.

George posó su vista en la casa que estaba frente a sus ojos ¿Cómo vivirá un humano? ¿Sería igual a las hadas? Se preguntaba ¿Sería tan malo romper la regla más importante solo para acercarse a esa casa? Le causaba curiosidad como se veía el hogar del humano por dentro.

Talvez si se acercaba volando nadie lo vería.

El hada negó rápidamente ante la idea y se dió la vuelta quitandose los lentes. Si usaría sus alas, pero no iría hacia el peligro.

Tal y como lo pensó lo hizo, sacó sus alas y empezó a elevarse lentamente soltando un suspiro. Empezó a volar adentrandose al bosque nuevamente.

¿Alas? ¿Tenía alas? El rubio ya ni siquiera podía creer lo que veía con sus propios ojos ¿debería seguirlo?

🍃EQUALITY: The Fairy Tales Aren't Always Perfect🍃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora