Capítulo 25

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Rebusqué en el cajón. 

-Mierda -Maldije. No encontraba una de las carpetas, la cual debía organizar para el trabajo. 

Una alerta me salió en la pantalla del ordenador. Fruncí el ceño para acercarme a verlo bien. 

Mi jefe me ordenaba que fuese hasta su despacho. 

Eso no implicaba nada bueno. Estaba segura. 

Me levanté del escritorio, no sin antes cerrar el cajón y anotarme mentalmente buscar la carpeta más tarde. 

Caminé por los pasillos, saludando a algunos compañeros los cuales no veía desde hace tiempo. Consecuencias de no venir al edificio, supongo. 

Al montarme en el ascensor me miré en el reflejo. Llevaba una semana bastante liada. 

Al tener tan poco tiempo con este proyecto, apenas dormía y me alimentaba a base de cafés. 

Las ojeras de mi rostro no ayudaban tampoco. 

La mirada que me dedicó Trish no hizo que se tranquilizasen mis nervios. 

Me acerqué para darle un beso en la mejilla, ella sin decir nada me guio hasta la puerta de la oficina. 

-Suerte peque -Me dijo antes de abrirme la puerta. 

Yo entré. 

Mi jefe alzó la vista para mirarme. Su semblante era serio y sus manos estaban entrelazadas de forma rígida sobre la mesa. 

Me indicó con un gesto que me sentase en los sillones de cuero que tenía enfrente. 

Revisó algo en su ordenador antes de dirigirse a mí. 

-Supongo que sabes por qué estás aquí -Su voz era tranquila, no había ni pizca de enfado en ella, pero tampoco era alegría. Un tono de voz neutro. 

Él me dedicó una mirada antes de volver a hablar al notar que no tenía ni idea de lo que estaba hablado. 

-El señor Brown me ha informado que hace unas semana que no te pasa por allí e ignoras las llamadas de su secretaría ¿Crees que ese comportamiento es apropiado, señorita Stone? -Negué. 

Me mordí la lengua. Lo que no era apropiado era su comportamiento hacia mí. Me parecía ridículo que utilizase su poder laboral para vengarse de mí. 

Pero claro, eso mi jefe no podía saberlo. 

Esto ya se estaba volviendo demasiado personal, estaba afectando a mi trabajo. 

-Lo lamento -Susurro con la cabeza gacha. 

Él suspiró sonoramente, como si se estuviera reproduciendo en su mente una gran batalla, con la que no sabe como lidiar. 

Levanté la vista para mirarle. 

Su mirada era como la de un padre que está decepcionado con el comportamiento de su hijo y no sabe que hacer. 

-Me estás dando muchos dolores de cabeza, Alexa -En el momento en el que pronuncio mi nombre supe que  esta conversación estaba tomando un rumbo diferente. 

Ya no estábamos hablando de jefe a trabajadora. Era más que eso. 

Me sentí mal. Me sentí verdaderamente mal con sus palabras. 

-Lo lamento -Repetí de nuevo sin saber muy bien que decir. 

Quise contarle todo. El porque de mi actitud y de la de Jack. Pero no pude. 

En el fondo supe que eso no era una opción. 

-Vete -Me señaló la puerta- Déjame solo por favor. 

El Chico No Es Siempre Un Caballero [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora