Mi ropa tirada por el suelo. Su pelo alborotado. Y el olor a sexo en la habitación.
Mi cabeza apoyada en su pecho, notando su respiración tranquila.
Cerré los ojos cuando los flashbacks cruzaban por mi cabeza.
Sus besos.
Sus caricias.
Su miembro penetrándome con firmeza y fuerza.
Nuestras caderas chocando.
Sus manos masajeando mis pechos.
Sus gemidos roncos y mi voz débil pidiendo más.
Mis dedos enredados en su pelo.
Mi desesperación por más. Más de él.
Aquella noche había sido tan especial. Tan única.
No había sentido todo aquello con nadie más. Aquella pasión no la había tenido con nadie más. Aquellas ganas acumuladas. Aquellas miradas tan cómplices. Nos complementábamos tan bien. Parecía que él estaba echo solo y exclusivamente para mí y yo estaba echa para él.
Cerré los ojos saboreando el momento.
Tras aquella declaración de intenciones en el spa, regresamos a trompicones al hotel. Nos montamos en el coche y, como dos adolescentes estábamos aguantándonos las ganas. Con miradas furtivas llegamos al hotel y por fin se desato todo el caos.
Porque eso era lo que éramos el caos perfecto. Un caos que se había estado cocinando durante todos estos años. Separados el uno del otro pero eso no ha impedido que nuestras almas se extrañen.
Porque era tan obvio. Eran tan obvio que el sol se reía, y que la luna lloraba nuestra distancias. Que los labios de Bieber sabían que besaban otros que no le pertenecían. Y que el corazón de Jack nunca ha podido guardarme rencor, sino que en su lugar el amor crecía mientras nuestras miradas se evitaban.
Él sabía que en el fondo jamás me podía dejar ir de nuevo y yo en el fondo sabía que no podía alegarme más.
Que no se puede huir de lo que el destino te tiene preparado.
Lo que es para ti lo será aunque luches porque no sea así, y lo que no es para ti jamás lo será.
Yo sé que en el fondo de mi consciencia sabía que la decisión que tomé hace años no era la correcta, que solo estaba acallando los gritos que mi corazón lanzaba.
Sus manos acariciaron la piel desnuda de mi espalda, mientras mis dedos acariciaban su pecho.
Me sentía en casa, aunque estaba a miles de kilómetros. Por mi como si el mundo se parara en ese momento.
-Siempre has sido y serás mi maldita debilidad -Alzó la mirada para verle, él me acariciaba el pelo con cariño, como si de un cristal roto, con el que se puede cortar pero a la vez le tiene demasiado cariño, se tratase. Yo le sonreí con picardía- Y lo peor es que lo sabes y te encanta ¿Verdad?
Me incorporé un poco para poder acercarme más a su rostro. Sonreí, no podía evitarlo me encanta jugar con el filo de la vida, había nacido para ello.
-Pero ya he aprendido la lección, contra el destino no se puede luchar -Me encogí de hombros. Él se río con fuerza al escucharme, como si hubiese dicho algo que es imposible de creer.
-¿Eso es una declaración de amor a la manera de Alexa Stone? -Me preguntó levantando la ceja, desafiándome. Rodé los ojos, él sabía que yo no iba a admitir esas palabras jamás. Un te quiero. Un te amo. Es demasiado, pero a la vez es tan vacío. Si de verdad lo sientes pueden ser la declaración de amor más bonita del mundo. Pero de tanto usarla la gente, se ha gastado. Yo soy más de besos de pasión y de miradas de amor, que dicen más que dos palabras.
No contesté. Sonreí y me acerqué a él para darle un beso. Él cerró los ojos, esperando el contacto de mis labios pero este no llegó. En su lugar mi dedo índice se poso sobre sus labios y ladeé la cabeza, juguetona.
Él abrió los ojos confundido, y al darse cuenta de lo que pasaba sonrío con maldad.
-De eso nada, demonia -Me susurro mirándome a los ojos antes de poner su mano tras mi cabeza y forzarnos a unir los labios.
Yo no opuse mayor resistencia. Mis labios casi quemaban por la intensidad del beso.
Nos separamos una vez que nos faltaba ya el aire. Nuestros pechos subían y bajaban a gran velocidad, intentando recubrir la respiración.
Me dispuse a alejarme de él, intentando zafarme de su agarre para evitar que me obligue a decir nada más de lo que la Alexa del futuro se pudiese alejar.
Pero no pude moverme más cuando, sin darme tiempo a reaccionar me giró y se puso sobre mí, sujetando mis brazos a los lados de mi cabeza, sujetándome de las muñecas.
Yo fruncí el ceño e intenté luchar pero era obvio que no iba a poder. Él me miraba con una sonrisa de superioridad.
-Dilo -Me obligó. Y negué, cerrando los labios con fuerza- Di que me has extrañado.
Yo me reía intentando aguantar los labios sellados. Él, con una mano sujetó mis muñecas y con la otra me hizo cosquillas, cosa que hizo que me retorciese de la risa.
-No, no -Me quejaba entre risas mientras el aire se escapaba de mis pulmones.
-Hasta que no lo digas no voy a parar -Me advirtió. Su mirada tenía una mezcla de deseo y cariño que casi hacía que me derritiese en sus propias manos. Aquellas manos que me salvaron una vez en el pasado, y que me han vuelto a salvar, pero esta vez de perderme de mi misma. Él me quiere tal como soy, con mi locura, mis vaivenes, mi caos.
Mis piernas rodearon su cintura y lo atraje hacia mí, para besarlo. Y no se lo dije con palabras pero mi cuerpo se encargo de demostrarle lo mucho que le había echado de menos. Y eso para mí siempre será mejor que unas palabras.
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El Chico No Es Siempre Un Caballero [#2]
ChickLitLa vida de Alexa ha cambiado mucho desde que acabó la preparatoria. Vive con su novio en un amplio departamento, pero la aparición de su antiguo amor le hace dudar de si esa es la vida que ella desea. 📛2º Libro de la saga de No son siempre de la r...