Capítulo 30

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Me cepille el cabello rubio frente al espejo con delicadeza. 

Me percate de un nuevo lunar que había aparecido en mi cuello durante esta temporada. Sonreí, un recuerdo apareció en mi mente. 

Cuando era pequeña y me aparecía un lunar nuevo o  alguna marca iba a cotárselo a mi tía. 

Ella me miraba con una gran sonrisa, como si fuese un gran tesoro y me decía la frase que tanto me gustaba. 

-Otra estrella más para la constelación -Me guiñaba un ojo con complicidad. Mi tía decía que mi cuerpo es como el cielo y que si unías los lunares y las marcas se crean constelaciones.  

Echaba de menos esos momentos. A veces quería volver a tener esa edad, volver a ser la pequeña Alexa. 

Esa niña inocente que creía que cuando fuese mayor podría comerse el mundo. 

Me acaricié los brazos con melancolía. Ojala pudiese estar entre  los brazos de mi tía en esos momentos. 

Suspiré. Debía dejar mis fantasías infantiles para otro momento. 

Ahora me tocaba ser adulta. 

Tras terminar de arreglarme cogí todas las carpetas y todo lo necesario. 

Sheila se había marchado a trabajar pero me había dejado una nota sobre la mesa, en la que me deseaba un buen día. 

Tengo a la mejor amiga del mundo mundial.  

El trafico ese día estaba bastante aceptable y tras pasarme por una cafetería para comprarme un delicioso café, me dirigí hacia la oficina de Jack. 

Debía ponerme a día y demostrar que podía con todo lo que me propusiera. Que era una estupenda profesional y de las mejores en lo que hacía. 

Mi salud me había jugado una mala pasada. Pero no iba a permitir que eso hundiese mi intachable carrera laboral. 

Alexa Stone va a comerse el mundo señores. 

Entré con paso decidido al edificio. Como era de esperar noté las miradas de todos sobre mí. 

Me encantaría decir que es algo normal, por mi belleza o por mi físico. Pero no, era por ser la comidilla del edificio. 

Pero no iba a permitir que un grupo de cotillas, los cuales están por debajo de mí, critiquen mi trabajo. 

-Buenos días -Dije mientras mis botas de tacó resonaban por el choque las pisadas contra el suelo. 

Ellos balbucearon una respuesta antes de volver a escucharse susurros. Envidia, supongo. 

Llegué hasta el ascensor y pulse el botón para que bajase hasta la planta principal a recogerme. 

Eso me hizo recordar que la ubicación del ascensor era un buen punto del cual debía de tratar. Empezaría por ahí, creo que es importante para poder ubicar los diferentes espacios. 

Me subí al ascensor, junto con algunos trabajadores, los cuales no había visto en mi estancia allí. 

-¿A qué planta va? -Me preguntó un hombre con una sonrisa amable, la cual le devolví. 

- Al despacho del jefe -Le indique y este pulsó el botón correspondiente- Gracias. 

Él asintió con una sonrisa pura y simpática. No había ni odio ni envidia en su mirada. 

Parecía un gran hombre, me pregunto que puesto tendría en la empresa. 

No tardó el ascensor demasiado, aunque los segundos allí se me estaban haciendo eternos. 

El Chico No Es Siempre Un Caballero [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora