Capítulo 37

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Jack

Me miré frente al espejo, tras echarme de nuevo el perfume caro. Para ocasiones especiales. 

Y desde luego que esta ocasión lo merecía. 

Me ajusté la camisa negra y el reloj de mi muñeca.

Estaba listo. Recogí algunas cosas de la habitación e hice la maleta. Al fin y al cabo mañana por la mañana debía abandonarla. 

Cerré la puerta y bajé hasta recepción. Donde habíamos quedado dentro de dos minutos. 

La puntualidad es una virtud que he ido adquiriendo con el tiempo, es una necesidad para ser un buen empresario. 

Pero entonces recordé que Alexa no tenía de eso. Aunque le había dicho a las nueve sabía que ella no estaría a esa hora. 

Pero lo bueno se hace esperar ¿no? 

Noté como el móvil me temblaba en el bolsillo. Rodé los ojos maldiciéndome por no haberlo apagado o tirado por la ventana. 

Era Maika, como no. 

-Jack, sé que estás cansado pero necesito detallar la hora del almuerzo... 

Yo carraspeé antes de hablar. 

-¿Desde cuando esas confianzas? -Quise saber. Odiaba que me tutearan mis empleados, no estábamos al mismo nivel. 

-Bueno pensé que... -No me interesaban sus excusas baratas, era obvio que le chocaba la situación con Alexa y su curiosidad me comenzaba a molestar. Maika hacía su trabajo de fabula, y por ello estaba donde estaba, pero yo no permitiría estupideces. 

-¿Que quieres Maika? -Le pregunté en un suspiro, indicándole que dejase el tema. 

Ella carraspeó, meditando sus palabras antes de volver a hablar.

- Le preguntaba si deseaba el almuerzo a las dos o a las dos y media... -No escuché más de lo que dijo. 

Pude ver a lo lejos como llegaba Alexa, con un vestido rojo vino que marcaba sus curvas, acompañado de unos tacones negros que resaltaban sus piernas. 

-A las dos está bien -Dije antes de colgarle a Maika, sin dejar que me robase más tiempo. Apague el móvil y lo guarde. Cero distracciones aquella noche. 

-Estás preciosa -No pude evitar hablar, haciendo que ella se sonrojara, devolviéndome la sonrisa. 

-Lo mismo digo ¿Dónde me vas a llevar a cenar? -Me preguntó, sin rodeos. 

Yo sonreí, me gustaba que fuera directa.  Con una mano le indique que pasase delante de mí, el coche nos esperaba en la entrada del hotel. 

-Ahora lo verás.

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Sus tacones resonaban en el suelo, encaminándonos hacia la entrada del restaurante, tras bajarnos del coche. 

-Yo le aviso para que pase por nosotros -Le dije antes de encaminarme tras Alexa. 

Seguí sus pasos de cerca, pero respetando su espacio personal. Entramos en el restaurante y le pedí a el hostess nuestra  mesa, la cual estaba reservada a mi nombre. 

No pude evitar fijarme en sus ojos observando todo con mucha curiosidad y su rostro asombrado, con la boca ligeramente abierta. 

Noté como, inconscientemente me agarró de la mano y tiró de mí siguiendo a el camarero. 

El Chico No Es Siempre Un Caballero [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora