¿Qué sucede?

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Lena se dedicó toda la mañana de aquel martes a su trabajo.

Con la acumulación de los eventos inesperados que habían sucedido durante los últimos días, no había tenido el tiempo, ni la cabeza para sus actividades cotidianas.

En su escritorio, ya se habían apilado un número considerable de contratos, propuestas, presupuestos y licencias que debía de revisar de inmediato.

Por eso, le pidió a su secretaria no ser molestada por nadie.

Ni ella, ni Kara, a quien también se aseguró de liberar de todos los "compromisos" con Lilian para que pudiera trabajar.

Kara le había pedido que lo hiciera. Necesitaba regresar su trabajo tanto como ella porque sus responsabilidades no podían posponerse, y como se lo dijo; cuando todo ese mal entendido terminara y regresaran a la normalidad, iban a tener unas largas semanas de trabajo acumulado.

La paz, que las horas de trabajo le brindaron a Lena, le permitieron respirar libremente por primera vez en días. Fue tan reconfortante, que por unas horas se permitió olvidarse de todo. No se preocupó por su madre, los invitados, Andrea o incluso Kara. Ni siquiera noto el pasar de las horas, hasta que el rugido de su estómago le reclamo por alimento. Dejo los papeles que estaba leyendo sobre el escritorio y checo la hora en el celular.

Ninguna llamada perdida. Aunque claro, eso se debía a que puso el celular en modo avión. Era las tres de la tarde y ni siquiera se había dado cuenta. Se había saltado el desayuno y necesitaba comer algo.

Así que se puso en pie y tomo el saco que descansaba sobre el respaldo de la silla para salir por fin de su nido.

Mientras se ponía la prenda, pensó en ir por Kara e invitarla a comer, pero justo en ese momento la puerta de la oficina se abrió.

Seguramente era Kara que había tenido la misma idea que ella.

La desilusión en su rostro fue evidente, cuando no encontró a su falsa prometida, sino a Andrea.

— Hola — saludo la recién llegada sin apartar la mirada de Lena, que se había quedado con el saco a medio poner — Hay que hablar.

— ¿Quién te dejo entrar?

— No hay nadie que me lo impidiera. Supongo que tu secretaria se fue a comer.

Lena se quedó parada a un lado del escritorio con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando a Andrea y dándole la oportunidad de decir lo que quisiera. Estaba intrigada por los argumentos que le daría.

— Ok, Lena. Entendí. Ya entendí — la ojiverde arqueo una ceja ante sus palabras — No tienes que seguir con este juego para tratar de castigarme.

— ¿Castigarte? — Lena sonrió — ¿Ese será tu argumento? ¿Crees que hago esto solo por molestarte? Porque crees que quiero que aprendas algo ¿Crees que esto lo hago por ti?

— ¡Sí! ¡Claro que sí! Es obvio que sí. Pero no es necesario que sigas — Andrea se había acercado a ella, lo suficiente como para poder tocarla. Y Lena de inmediato se dio cuenta de sus intenciones.

Andrea, colocó una mano sobre su pecho, tanteando el terreno. Lena lo permitió, aun negándose a tirar tres años de relación a la basura.

Aunque de pronto, como un relámpago, vino a su mente la cena con Kara en Verona, lo hermosa que se veía, y la felicidad que le hizo sentir aquella sonrisa que le ilumino el alma al decir que aceptaba casarse con ella. Aun cuando era mentira.

— Creme, Andrea. Eras la última persona en la que pude haber pensado cuando le propuse matrimonio a Kara.

Las palabras de Lena encendieron la ira en el interior Andrea.

Casate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora