Alex

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Habían pasado dos semanas.

Dos semanas en las que las cosas siguieron su curso.

Dos semanas en las que no hubo día en que Kara no se preguntara, ¿en qué momento Lena diría la verdad?

Aquella mañana, Kara estaba en una boutique en el centro de la ciudad, probándose el vestido de novia y respondiendo un sinfín de preguntas acerca de los preparativos. James no la había dejado descansar ni un segundo porque según él, tenían muchas cosas que elegir y solo un par de semanas para hacerlo.

— Lamentablemente tendrá que ser una boda muy pequeña— se lamentaba Lilian mientras le mostraba algunos adornos a James mientras hojeaba el libro de las telas.

La mujer había cumplido su amenaza y en solo tres semanas había convertido en un suplicio la vida de Kara. Esa mujer sabia como sacar de quicio a las personas y ahora Kara comprendía un poco a Lena.

— ¡¿Pequeña?¡ — preguntó Kara mirándolos atreves del espejo.

Para la cantidad de cosas de las que se hablaban, parecía una boda para miles de personas. Pero fue ignorada nuevamente por los dos nuevamente.

— A Lena no le gustan las fiestas grandes— agregó sin esperanzas de que tomaran en cuenta su comentario.

— En fin. Ahora, el banquete ¿tienes algo en mente, Kara?— pregunto James.

— No. Lo que ustedes elijan estará bien. Pero nada que tenga pepinillos. Lena en verdad los odia.

En el rostro de la madre de Lena aparición una ligera expresión de sorpresa que de inmediato se obligó a desaparecer.

— Listo— anunció la costurera que había estado dando los últimos toques al vestido de novia — Es mi mejor trabajo a pesar del corto tiempo.

— ¡Wow!— exclamó Lex que también estaba ahí — Te ves hermosa— Kara se sonrojó ante el cumplido.

— Realmente hermosa— dijo la voz de una desconocida, llamando la atención de todos.

La pelirroja, parada bajo el umbral de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada clavada en Kara sonreía con cierta malicia.

— ¿Quién eres tú?— pregunto Lilian con recelo a la joven intrusa.

— Mi nombre es Alexandra— se limitó a responder, ignorando la cara llena de disgusto de la señora Luthor — Y solo soy... la hermana de la novia.

— ¿Hermana? — preguntó Lex confundido mirando a Kara.

— ¡Perfecto! ¡Otra campesina!

— ¡Madre!— la reprendió Lex.

— Que linda— le dijo Alex sin dejar de sonreír — Ahora, ¿Podrían permitirme un momento a solas con mi hermana?

— Claro— dijo Lex de inmediato. Sin detenerse a preguntar si las palabras de la desconocida eran ciertas. Pero, como Kara no parecia negarlo, supuso que estaba bien.

Rápidamente, y a empujones, sin importar las quejas de su madre, logró sacar a todos de la habitación, para que se quedaran a solas.

Mientras eso sucedía Kara y Alex no dejaron de mirarse a los ojos.

— Que desconsiderado de tu parte no invitar a la familia a tu boda— soltó la mayor acercándose con cautela a Kara. Seguía sorprendida por la presencia de su hermana, ni siquiera se había dado cuenta de que sostenía la respiración — Vamos Kara. Quita esa expresión de pánico y desconcierto, ¿De verdad creíste que papá no te tenía vigilada?

— ¿Papá lo sabe?

— Obviamente que lo sabe. Por eso estoy aquí. Me envió para ver qué era lo que pasaba en realidad.

Alex no parecía enojada, seguía sonriendo. Entonces, Kara supo que no la estaba atacando. En realidad, venia en son de paz.

Kara suspiró y se sentó sobre la pequeña base haciendo los metros y metros de tela a un lado con dificultad.

— La verdad no tengo idea de lo que estoy haciendo— aceptó la chica.

Alex se sentó junto a ella y pasó el brazo sobre sus hombros para confortarla.

— Cuéntame en lo que te metiste esta vez.

Casate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora