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     El día se encontraba nublado y un poco frío. El cielo era color gris y las nubes tenían un color oscuro. No parecía que fuese a llover, pero por si acaso debían estar preparados.

    Un poco alejados del jardín trasero, donde estacionaban los autos, Hoseok preparaba el suyo para el trabajo del día. Cargaba lo necesario en la cajuela; su caja de herramientas, guantes, sogas y un par de paragüas por el clima entre otras cosas.
  Jimin estaba de pie a su lado sin las esposas ya que el familiar lo tenía vigilado. Observaba a Justicia hacer un ruido metálico al mover las cosas en el baúl abierto, produciendo el choque de las distintas herramientas, buscando hacer lugar. A lo lejos, adentrados al jardín frente a uno de los tantos arbustos de rosas blancas, pudo ver al jefe de pie junto con su esposo; Ambos vistiendo trajes negros y guantes de jardinería.
Taehyung tenía unas tijeras y una vez más cortaba rosas en perfecto estado, solo que esta vez se las extendía a su esposo, el cual las sostenía con los brazos extendidos como si intentara alejarlas lo más posible de su cuerpo. El detective contó quince segundos para que Odio volviese a rascar su nariz con su brazo por tercera vez, aparentemente para evitar usar las manos que podían tener rastros de polen.
Jimin estaba atento a la escena ya que creía recordar que, según Obsesión, Odio era alérgico al polen. Entonces, ¿qué estaban haciendo?

  El sonido de Justicia cerrando la cajuela lo sacó de sus pensamientos. El mencionado adoptó posición de jarra con la espalda bien derecha y los pies ligeramente separados.

—Ya quedó. —habló el pelinegro, orgulloso. Volteó en dirección al jardín— ¡Odio! —llamó al jefe logrando que tanto él como su pareja levantaran la mirada— ¡Todo listo!

—¡Hey! —Jimin y Hoseok escucharon una tercera voz a sus espaldas.

  Voltearon para ver que se trataba de SeokJin, quien se acercaba por el camino de cemento donde pasaba el auto, sosteniendo un pequeño ramo de fresias amarillas y naranjas envuelto con papel blanco brilloso atado con un lazo plateado a la altura de los tallos.
Vestía su traje negro y su cabello peinado hacia atrás, al igual que Hoseok.
Aparentemente venía desde el interior de la casa.

—Vida, ¿qué ocurre? —preguntó Justicia, extrañado al verlo por el lugar.

—Oh, nada. Solo quería asegurarme de llegar a tiempo para el trabajo de hoy. —respondió el amigable castaño sosteniendo con ambas manos el ramo a la altura de su pecho.

—¿A que te refieres con eso? —volvió a interrogar, confuso.

—¡A que voy con ustedes, tontito! —sonrió Jin.

   Jung ladeó la cabeza mirando a Kim. A la distancia Odio y Obsesión se aproximaban con un ramo de rosas que traía el jefe entre manos, caminando aún con los brazos estirados sacándole una risa a su esposo ante su evidente fastidio por las flores el cual era malo para disimular ante su cónyuge.

—¿Tú? ¿Vienes por un trabajo? ¿Con nosotros? —Jung parecía no creerlo— ¿Desde cuándo?

—Desde que hoy es ya sabes qué día. —susurró entre dientes, señalando a Taehyung con la mirada, manteniéndose de lado a él para no llamarle la atención.

  Hoseok volteó sin disimulación alguna hacia el menor de los hermanos Kim y asintió para luego ver a Jin nuevamente, el cual cubrió su rostro ante el gesto del familiar.

—Oh, entiendo. —susurró de vuelta a Vida. Este último retiró su mano.

  La pareja llegó a su lado y los tres se enderezaron. Jimin observó ahora a Taehyung, a quien vió por primera vez desde que había llegado vistiendo el traje negro oscuro particular de los familiares. Normalmente lo veía usar prendas de marca elegantes o en su defecto algún traje con un diseño particular con colores más llamativos entre los trabajadores, pero jamás completamente negro.
Jungkook por su parte tenía los ojos cristalizados y rojos a causa del polen, al igual que su nariz. El castaño tomó el ramo de entre sus manos y Jeon agradeció a Dios mentalmente.

El beso de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora