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     En estos últimos días las cosas habían mejorado un poco para Jimin. Si bien hasta el momento seguía con los mismos trabajos de mantenimiento del hogar, había incorporado nuevos alimentos a su dieta y eso ya era una gran suma para él. Odio no mintió cuando dijo que debía alimentarlo porque lo notaba desnutrido, es decir, ¿qué podrían esperar de una persona que lleva meses sobreviviendo a base de arroz blanco y tazas de té, sometido a desgaste mental constante, traumas diarios, pasando frío por la noche y sin dormir adecuadamente? Se veía terrible y se sentía cansado todo el tiempo; su anatomía le estaba pasando factura de todo ese desgaste mental y físico que vivía cotidianamente en la casa de los Cosa Nostra.
Su cuerpo necesitaba proteínas, fibra y un poco de grasa para recuperar el peso perdido, quizá algo de azúcar para generar endorfinas que lo alejen un poco de su estado depresivo. Por suerte el cambio llegó a tiempo y eso lo mantuvo feliz estos últimos días. La noche anterior incluso había recibido un trozo de carne de vaca cocido a la plancha con un salteado de verduras y de postre había comido una de las galletas que Taehyung le había regalado anteriormente, las cuales guardó en su habitación solo para él.
  No había visto al jefe desde lo que había pasado con ese tal Han Dae-sung, hace ya cuatro días, pero supuso que el cambio en el menú después de haberle salvado la vida a su esposo significaba que de alguna manera estaba agradecido.
Sin embargo esa carne fue su último alimento, hace ya veinticuatro horas. Nadie llevo un platillo de comida a su cuarto al medio día, supuso que lo habían olvidado y no quiso reclamarlo, pero él tenía mucha hambre. Tampoco quiso comer otra de las galletas de Taehyung puesto que eran el único postre que tenía hasta quien sabe cuándo y aún tenía la esperanza de que alguien recordaría su presencia en aquel alejado cuarto de la planta baja.

  Ahora el detective Park se encontraba en su habitación luego de un agotador día de trabajo, aproximadamente a las siete de la noche. Le habían ordenado trapear el suelo, limpiar el polvo en las decoraciones de gran valor y lavar las escaleras entre otras cosas.
Se quitó el traje gris oscuro que había ganado unos días atrás y lo estiró sobre la cama para doblarlo apropiadamente y guardarlo en el cajón de la cómoda de madera. De la misma manera los zapatos negros de vestir fueron acomodados uno junto al otro contra el mueble y los calcetines arrojados al suelo y pateados a un rincón. Por suerte, a pesar de tener un solo traje para usar todos los días, Jungkook le había dejado varios cambios de ropa interior.
Ahora en calzoncillos se dirigió a su baño privado para abrir la llave de agua caliente de la ducha y dirigirse nuevamente a la habitación mientras esperaba que el agua se calentara lo suficiente (normalmente tardaba unos minutos en ganar temperatura); tomó de otro de los cajones los pantalones y la camiseta de manga corta que los hombres de negro le habían dado la última vez, cuando estaba durmiendo en calzoncillos, y los dejó sobre la cama junto con una nueva muda de ropa interior para cambiarse al salir. Regresó al baño para quitarse los calzoncillos, dejándolos sobre la tapa del inodoro y entrando a la ducha. Se colocó el shampoo que Taehyung le había regalado y al rato, luego de enjabonar su cuerpo, repitió la acción con el acondicionador.
Entonces se quedó de pie bajo el agua, con los ojos cerrados y la respiración lenta al disfrutar como las gotas del cálido líquido chocaban y resbalaban contra su piel brindándole una agradable sensación de satisfacción que no sentía hace mucho tiempo. Poco después tomó una toalla blanca colgada en la pared y secó su cuerpo, abandonando el baño completamente desnudo y con los pies en contacto con el frío suelo de madera. Tomó las prendas sobre su cama y se vistió. Se dio la vuelta para abrir uno de los cajones de la cómoda y tomar un peine que le había regalado Kim junto con los productos capilares; anteriormente a ese obsequio debía lavar su cabello únicamente con una barra de jabón y peinarlo con sus dedos. No sería extraño que haya llamado la atención de alguien tan estético como Kim, ya que podía ser notado por cualquiera considerando lo seco y opaco que se encontraba sobre la tintura rubia que le había quemado el cabello.
  Park ahora se puso de pie frente al espejo de cuerpo completo en la habitación y comenzó a pasar el cepillo por su cabello húmedo, ejerciendo un poco de fuerza extra al principio para desarmar los nudos.
Se detuvo para observar su reflejo con atención; su cara y cuerpo deshinchados, más delgado pero con los músculos más marcados a causa de tanto trabajo que le exigía constante movimiento fisico. Sus ojeras marcadas con exageración con tonos morados en la parte inferior del arco ocular. Su piel pálida y su mirada agotada, triste y perdida.
Su cabello ahora con un poco más de brillo a causa del repentino cambio en su rutina capilar pero con grandes raíces de cabello negro natural que ya casi llegaban hasta la altura de sus ojos. Los mechones rubios acariciando la parte posterior de su cuello debido al crecimiento.
Observo las ropas que le quedaban unos talles más grandes. La manga corta color negro parecía tres cuartos y el pantalón bastante suelto color gris.

El beso de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora