Jungkook estaba realmente furioso.
Se encontraba tras el escritorio de su oficina con su uniforme de trabajo habitual y con las gafas de lectura puestas. Sobre el mueble se apoyaba uno de los dos papeles del documento que Jimin había encontrado en el interior del piano de la casa del juez, y entre sus manos la otra página. El clip color negro que las unía anteriormente se localizaba a un lado, ya que ambas hojas estaban ahora separadas.
El jefe leía el desarrollo de la carta una y otra vez intentando encontrar detalles en la manera de expresarse, o la presencia de un dato que lo haga darse cuenta de la verdadera identidad de la persona que lo escribió.Jungkook seguía jurándose mentalmente que cuando encuentre al traicionero no querría sólo matarlo, sino torturarlo por revelar datos internos y darse el lujo de hablar así de él a sus espaldas con alguien de la justicia. Su objetivo era darle un triste final a su vida.
La puerta fue golpeada interrumpiéndolo.
—Estoy ocupado. —habló el azabache con la voz en alto y con un tono serio, para que quien estuviera del otro lado de la puerta pudiera oírlo. Ni siquiera se tomó la molestia de levantar la mirada.
Los dos hombres de negro dentro del cuarto posaron su mirada atenta en él; Ambos de pie junto a la puerta con sus manos a la altura de sus pelvis sujetando la contraria en señal de buena postura. Sus piernas juntas y sus columnas bien derechas.
Otra vez dos golpes en la puerta, con menos fuerza, más dudosos y temerosos.
—¡Dije que estoy ocupado! —repitió esta vez con un tono aún mas alto y cortante, casi gritando.
—S-Señor Odio... —habló uno de los hombres de negro del otro lado de la puerta, contando con las posibilidades de que su jefe lo matara por insistir.
—Maldita sea. —susurró para si mismo con los dientes apretados. Fueron la gota que derramó el vaso.
Se puso de pie impulsado por la furia que tenía acumulada desde la mañana, caminando a paso pesado, emitiendo un fuerte sonido cuando la planta de sus zapatos negros de vestir golpeaban el suelo. Se acercaba a la puerta con los dientes apretados y el ceño fruncido. Durante su corto trayecto tomó el arma de su cinturón y le quitó el seguro. Abrió la puerta con un fuerte empujón logrando que esta se estrelle contra la pared. Apuntó a uno de los tres hombres con el arma directamente a la cabeza, separados de él por aproximadamente un metro y medio de distancia. Los tres se quedaron inmóviles, con los ojos bien abiertos y mostrando las palmas de sus manos en señal de paz. Quien estaba siendo apuntado sintió el aire de sus pulmones desaparecer por un segundo. Los dos guardaespaldas de Jungkook se pusieron alerta mirando la situación desde el interior de la habitación, tomando sus propias armas y apuntando a los dos jóvenes restantes.
La mirada del jefe sobre el grupo de trabajadores era dura, con el ceño fruncido y sus pupilas diminutas.
Realmente daba miedo cuando estaba enojado.—¡DIJE QUE ESTOY OCUPADO! —gritó el jefe— ¡¿QUÉ MIERDA QUIEREN?!
El hombre que estaba siendo apuntado era un ex-sicario, y sin embargo ver a Jeon sostener un arma con tanta furia le aterraba.
El jefe de los Cosa Nostra se caracterizaba por ser inexpresivo, tranquilo y tener movimientos más bien lentos y prudentes, sin embargo el enojo acumulado lo hacía actuar imprudentemente, casi por instinto.—L-Lo sentimos señor Odio —habló con la voz temblorosa—, pero no nos dijo que hacer con el prisionero el día de hoy y queríamos saber-
—Me importa una mierda lo que hagan con Chaos cuando tengo que resolver mi propio trabajo. —los interrumpió ahora con un tono más bajo, pero su mirada seguía exactamente igual de aterradora.
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El beso de la Mafia
FanfictionDos años después de la desaparición de su compañero el detective Park Jimin decide tomar el caso para investigar desde cerca, pero no contaba con que sería tomado como prisionero del jefe de los Cosa Nostra; un demente llamado Jeon Jungkook que esco...