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La imagen frente a él era realmente extraña.
Jimin no lograba comprender como era posible que de un segundo a otro haya pasado de estar en la casa de los Cosa Nostra a su antigua universidad de criminología. ¿En qué momento había dejado atrás a los mafiosos? Y aún peor, ¿qué estaba haciendo en su antigua universidad?
El largo y ancho pasillo bien iluminado por el sol incidente a través de las grandes ventanas en cercanía con el techo y otras a su altura, permitiéndole ver en su reflejo que su cabello era de su color natural; negro oscuro y no rubio. Las paredes blancas y los suelos de mármol blanco con pequeños azulejos negros intercalados. A sus lados múltiples puertas de madera que permitían el ingreso a las aulas de diversas materias y comisiones.
  Miró sus manos y su ropa; no vestía su traje gris sino unos jeans azules, una camiseta de manga corta blanca, zapatillas del mismo color y una chaqueta de jean por encima de sus hombros. La calidad ni siquiera se comparaba a la de los trajes que Odio le había conseguido. Esta tela era término medio probablemente comprada en alguna tienda mediocre del centro.
Ahora miro sus manos que sostenían un par de libros de derecho penal, psicología y ética. Los observo extrañado; Eran asignaturas de uno de sus primeros años de estudio.
Al levantar la mirada vio la figura masculina frente a él dándole la espalda; Su cabello tenía tinte rubio y vestía jeans negros, converse y un sweater del mismo color, aunque sus prendas eran de mucha mejor calidad. Sus manos se encontraban dentro de sus bolsillos y su cuerpo estaba relajado.
El chico aún sin mirarlo comenzó a silbar, lento, con total tranquilidad el comienzo del estribillo de "Con Te Partiro" de Andrea Bocelli, y allí fue cuando Jimin confirmó su duda: era su compañero desaparecido.

—No... no es posible... —susurra Jimin para sí mismo.

Da un paso al frente para acercarse a él pero de repente una cantidad incontable de personas aparecen en el pasillo impidiéndole el paso y empujándolo en sentido contrario para alejarlo cada vez más. El chico de cabello amarillento comenzó a caminar hacia el frente dejando que el tarareo de su silbido se oyera por encima de cualquier sonido que la muchedumbre emitiera. El joven siente desesperación e impotencia al no encontrar una alternativa de escape.

—¡Espera! —Park arrojó los libros al suelo. El rubio seguía su camino como si estuviera ignorándolo completamente— ¡OYE!

Jimin chocó con uno de los cuerpos que lo rodeaban con tal fuerza que logró caer sentado al suelo. Cerró y apretó los ojos con fuerza maldiciendo entre dientes por el impacto.
    Cuando los abrió nuevamente ya no se encontraba en la universidad, sino en su departamento de Seúl. Su vestuario era distinto; ahora se trataba de la camiseta y el pantalón que usaba para dormir en la casa de Odio. Tenía sus pies descalzos y estaba sentado en el suelo con la vista dirigida a un punto imaginario en la pared. Sobre una de las paredes de los lados había un espejo de cuerpo completo donde pudo ver su reflejo, su cuerpo en el suelo y su cabello aún color negro como en los viejos tiempos.

—Tocaré una canción para ti, Jimin. —oyó una voz que lo hizo voltear de repente aún en el suelo. Esa voz que no oía hace años y temía olvidar le provocó un escalofrío que recorrió su columna a lo largo.
El rubio seguía de espaldas frente a él, pero esta vez estaba sentado en un pequeño banco de madera con un gran piano color negro frente a él, ganando mayor altura en comparación. Sus manos se posaron sobre las teclas blancas y ejercieron una leve presión sobre ellas reproduciendo las notas musicales de la misma canción de antes. Él también usaba ropa casual, aparentemente un saco negro por encima de una manga corta del mismo color y unos jeans azules anchos. En sus pies zapatillas converse negras y una pulsera de goma del mismo color en su muñeca. Su mullet cayendo levemente sobre la parte posterior de su cuello debido al crecimiento de su cabello.

El beso de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora