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𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆𝒏𝒕━━━

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𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆𝒏𝒕
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El reino se regocijaba con el nacimiento del príncipe Jahaerys Targaryen, el futuro soberano. Mientras el rey celebraba jubiloso la llegada de su heredero, una sombra de descontento se cernía sobre Daemon Targaryen. Relegado al segundo puesto en la línea de sucesión al codiciado trono de hierro, Damon ocultaba su amargura tras una máscara de indiferencia.

Vicerys, distante y obsesionado con la formación del futuro rey, dejaba de lado la relación padre-hijo con Jahaerys. El joven ansiaba el afecto y la atención de su progenitor, pero encontraba consuelo en la mirada amorosa de su madre, la reina, quien lo adoraba con devoción.

Mientras tanto, el príncipe canalla, resentido por su pérdida de posición, encontraba en su sobrino un espejo de su propio deseo de reconocimiento. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, ambos anhelaban el cariño del rey.

La reina, considerada una madre ejemplar por todo el reino, amaba con fervor a su primogénito. A pesar de haber intentado sin éxito concebir otro heredero, la noticia del nuevo embarazo llenó de esperanza los corazones de todos.

Jahaerys, emocionado por la llegada de un nuevo hermano, se esforzaba por complacer a su madre, cumpliendo cada uno de sus deseos durante el embarazo. Con la creencia de que satisfacer los antojos de la embarazada traería fortuna y salud al bebé, el joven príncipe dedicaba toda su atención al bienestar de su madre.

── Jahaerys, ¿podrías ver si hay fresas en la cocina? ── solicitó la reina, su vientre abultado evidenciaba las aproximadas nueve lunas de embarazo.

Al oír el pedido, Jahaerys se apresuró hacia la cocina, pero al no encontrar fresas, decidió buscar en el patio del castillo. Desde que Aemma quedó embarazada, su antojo por las fresas era insaciable, lo que llevó al rey a ordenar que se plantaran por todo el reino.

Con el corazón acelerado, Jahaerys recorrió los pasillos en busca de su madre, pero fue detenido por los guardias al intentar entrar a sus aposentos. A punto de protestar, escuchó un grito desgarrador proveniente de la habitación de la reina.

── La reina ha entrado en labor de parto, mi príncipe ── le informó el guardia.

Asintiendo con seriedad, Jahaerys se dirigió hacia la esposa de Otto, quien había dado a luz recientemente a una hija, Alicent Hightower. Para Jahaerys, la esposa de Otto era como una segunda madre, y sus deliciosas galletas eran una verdadera tentación.

En la habitación, una sirvienta lo recibió con una reverencia, sin atreverse a cruzar miradas con el heredero, conocido por su temperamento volátil.

── ¿Dónde está Lady Hightower? ── preguntó Jahaerys.

── Está en los jardines, mi príncipe ── informó la sirvienta, evitando su mirada. Todos en el reino sabían del carácter de dragón del joven Targaryen.

Corriendo hacia los jardines, Jahaerys fue abrazado por Alicent antes de llegar.

── Pequeña Alicent, ¿y tu madre? ── preguntó con ternura.

── Mamá está recolectando fresas para hacer dulce ── respondió la pequeña con una pronunciación sorprendente para su corta edad.

── Genial, ¿quieres acompañarme, pequeña? ── invitó Jahaerys, a lo que la niña asintió emocionada.

Con una diferencia de tres años de edad, Jahaerys encontró en Alicent una compañera de juegos, alegrando sus días solitarios en el castillo. Aunque al principio se sintió decepcionado al verla recién nacida, incapaz de caminar o hablar, pronto creció un fuerte lazo entre ellos.

Los niños corrieron hacia lady Rosell, la madre de Alicent, quien los recibió con los brazos abiertos. Pasaron el día juntos, mientras Jahaerys recibía palabras de ánimo de lady Rosell sobre el parto de su madre, asegurándole que todo saldría bien.

Al final del día, al regresar al castillo, escucharon el llanto de un bebé. Lady Rosell indicó a Jahaerys que entrara a los aposentos de la reina.

Al hacerlo, vio a sus padres sosteniendo a la recién nacida. Realizó una reverencia y se acercó a ellos. Observó a la bebé con curiosidad, aunque internamente lamentó que no pudiera jugar con ella hasta que creciera.

Al acercarse junto a su padre, Jahaerys contempló a la recién nacida con un pensamiento fugaz: "Muy fea", se dijo para sí mismo al notar su escasa cabellera, sus ojos azules y su piel pálida. A pesar de todo, su mirada estaba llena de curiosidad, provocando risas entre sus padres.

── No podré jugar con ella ── murmuró con un ligero gesto de decepción, formando un pequeño puchero. Sabía que tendría que esperar años para que la pequeña pudiera caminar y ser su compañera de juegos.


(...)



── Mi príncipe, el rey desea verlo. ── anunció Alicent con una sonrisa encantadora.

Jahaerys no pudo evitar notar la belleza del largo y flamante cabello rojo de la joven. Admiraba en secreto su gracia y elegancia, imaginando un futuro brillante para ella como reina. Su reina.

── Dile al rey que iré de inmediato, querida. ── respondió Jahaerys, provocando un ligero rubor en las mejillas de Alicent ante el dulce apodo.

Justo cuando Alicent se disponía a retirarse, sintió una mano que la detenía suavemente. Giró lentamente para encontrarse con Jahaerys muy cerca de su rostro, lo que hizo que el rubor se intensificara.

── Tienes algo en las mejillas. ── Con delicadeza, Jahaerys retiró lo que sea que estuviera allí, provocando un aluvión de emociones en la joven. ── Ahora puedes irte, pequeña Alicent.

La joven salió casi corriendo de los aposentos del príncipe, con las mejillas aún ardiendo y una sonrisa que no podía ocultar.

Era un secreto a voces que la hija de Otto Hightower tenía un enamoramiento por el heredero al trono, e incluso Jahaerys lo sabía. Disfrutaba juguetear con los nervios de la joven dama y ver cómo sus mejillas se volvían carmesí.

Después de todo, Jahaerys era la viva imagen de su tío Daemon Targaryen, tanto en apariencia como en espíritu travieso.



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JahaerysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora