(T)ierna

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La ternura es un privilegio que solo Nico puede disfrutar.

La lluvia caía implacablemente desde el cielo, golpeando la ventana como si intentara entrar en la habitación. Una espesa neblina de nubes grises oscurecía el cielo azul.

El sol mismo ya no era visible a través de ellos; había desaparecido por completo. Dejó atrás un encapotado de nubes oscuras que persistieron. Nadie se atrevería a salir hoy. 

Nico ya estaba dentro del dormitorio, acostada en la cama envuelta en una manta. Sus ojos estaban fijos en una cicatriz en su nudillo derecho, una que ni siquiera sabía que existía hasta ayer cuando la descubrió allí. 

Maki estaba descansando a su lado, leyendo atentamente informes del hospital, solo el ruido de las hojas se escuchaban en esa habitación.

Después de varios minutos de silencio, Nico se acercó a la peliroja, la menor no se inmutó ni se resistió, solo extendió su mano sin apartar las hojas. Nico juntó su palma alrededor de la de Maki para unir sus manos.

Permanecieron así por un tiempo, cada una perdida en sus propios pensamientos. Nico se recostó contra el pecho de Maki, sintiendo los latidos de su corazón debajo de su cabeza. 

Después de un momento, la pelinegra habló —Puedo sentir los latidos de tu corazón. Es muy rápido–.

—Sucede cada vez que estás cerca de mí– respondió ella después de un momento, todavía atenta a su trabajo. Había un ligero atisbo de diversión en su voz. —Me pones nerviosa–.

Eso hizo sonreír a Nico. Ella se acurrucó más cerca y cubrió a ambas con la manta.

La habitación volvió a quedar en silencio, con la expectativa de que las sábanas hicieran ruido por los movimientos de Nico. 

Sus pies rozaron las piernas de Maki mientras se acercaba un poco más, sin embargo, la peliroja no parecía verse afectada por el movimiento. Continuó viendo los informes como si no pasara nada, finalmente Nico se cansó de esperar a que ella se moviera. 

Soltó la mano de Maki y levantó la mano para cepillar el flequillo de la peliroja con las yemas de los dedos. La menor no hizo nada para detenerla, aunque sus cejas se arquearon ligeramente cuando Nico comenzó a jugar con su cabello.

—Maki–. Dijo la pelinegra seriamente con un ligero puchero en sus labios. 

—¿Eh?–

—Estoy aburrida– dijo, su tono parecia un pequeño quejido. Esperó una respuesta, pero no recibió ninguna.

—Estoy tratando de leer aquí– informó finalmente Maki a medias.

—Entonces déjame leerlo por ti– respondió Nico, su tono rayaba en lo infantil. —Te ayudará a concentrarte–.

Maki cerró los ojos y dejó escapar un suspiro exagerado. Su cabeza cayó sobre la almohada y asintió, cediendo.

Mientras la pelinegra le sonreía triunfalmente, Maki la miró por un momento. Lentamente, se acercó a ella para unir sus labios en un dulce beso, tan pronto como sus labios tocaron los de Nico, la peliroja se derritió con el toque y envolvió sus brazos con fuerza alrededor de los hombros de Nico.

—¿No es esto mejor que leer?–.

—Tal vez– respondió Maki, colocando un beso prolongado en la punta de la nariz de Nico antes de llegar a la comisura de su boca.

—Esto es muy cálido– Maki estuvo de acuerdo mientras acariciaba suavemente la espalda de si esposa.

Hubo un silencio confortable durante varios minutos, roto sólo por el sonido de la lluvia golpeando las ventanas.

Lentamente, Nico se deslizó fuera del cuerpo de Maki y se recostó boca arriba a su lado, con la cabeza apoyada en la cabecera. Después de unos momentos, miró a la peliroja, que la estaba mirando, esperando pacientemente a que hablara.

—¿Recibiste toda la atención que ansiabas?–

Hubo un momento de vacilación antes de que Nico asintiera, las comisuras de sus labios se elevaron en lo que sólo podría describirse como una sonrisa afectuosa. 

Se acercó más a Maki hasta que prácticamente estuvo encima de ella. Abrazando su abdomen con un brazo, Nico alcanzó detrás de ella y tomó las hojas de los informes que hasta hace un momento leía su esposa.

Con cuidado, comenzó a hojear, buscando el marcador que su esposa dejo antes de dejar de leer. —Déjame leerte esta sección. Quiero intentarlo, por favor.

Maki no se resistió —Por supuesto–.

Con movimientos suaves, Maki acomodo nuevamente sus cuerpos, con su brazo colgando protectoramente alrededor de la cintura de Nico.

La pelinegra se acurrucó contra el pecho de Maki, con la cabeza apoyada en su hombro y su mano derecha sosteniendo las hojas firmemente en su lugar mientras continuaba hojeando sus páginas.

Cuando pasó una página, encontró dónde estaba ubicado el marcador y comenzó a leer en voz alta la siguiente línea del informe, pasando así varias horas hasta que el sueño se apoderó de ambas.

Si, Maki solo podría ser tierna con ella.





"Te amo"





































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⏰ Última actualización: Jan 20 ⏰

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