Llevaba como tres horas buscándola por toda la casa y nada que daba con ella. ¿En dónde podía haberse metido? Ni que la casa de los Maldonado fuera tan enorme...
En cuando se le hubo pasado el estupor provocado por la noticia, y calculaba que no debió durar paralizado más de dos minutos, Bruno había salido corriendo de la biblioteca en pos de su sobrina. Pero parecía que se la había tragado la tierra, no la halló en ninguna de las habitaciones de los pasillos superiores de la casa. Fue entonces cuando decidió involucrar a los demás en la búsqueda, estaba asustado; no podía haberse ido de la casa y no había peligros en esta porque ni siquiera habían entrado los guardias que los acechaban, pero la situación de la joven, su vulnerabilidad actual, sus sentimientos ya confesos, y su evidente alteración de ánimo debido seguramente a que ya habían tenido resultado sus esfuerzos por procrear lo tenían muy preocupado. Se maldecía por no haber sabido cómo manejar la situación. Por haber huido de ella y por haberse acercado demasiado, por experimentar los pervertidos sentimientos que tenía por su sobrina y por no haber sido valiente para asumirlos, aunque fueran una aberración... a final de cuentas, la magia y la vida misma ya los había colocado en una situación en donde no les quedaba más opción que entregarse el uno al otro; no les dejaban puntos medios o alternativas... Habían sido orillados a hacerlo, no era como que ellos mismos hubieran buscado enredarse o hubieran comenzado una relación por no poder contenerse... en ningún universo habrían podido ser tan pecadores... Quizá lo menos malo sería aceptar todo de una buena vez y dejarse llevar... ahora creía que, irónicamente, le haría menos daño a Mirabel que él abrazara la verdad, por depravada que fuera, que el que estuviera luchando contra ella mientras su sobrina se consumía solita en sus sentimientos.
Así pensando bajó a la cocina, solían pasar mucho tiempo Agustín y Alma, hablando, discutiendo, bebiendo café o comunicándose, obviamente sin obtener respuesta, con los demás, los que habían sido encerrados en casa de los Portillo. Decían, por ejemplo:
_ Dolores, hijita, la magia acaba de proponer una solución aberrante al problema de Mirabel.
_ Dolores, mi vida, no le cuentes a tu tía sobre los ruidos que seguramente oíste durante la madrugada.
_ Dolores, hijita, sí cuéntale a tu tía, creo que merece saberlo. Y dile que la amo y que estoy cuidando lo mejor que puedo de nuestra hija, tu prima. _ Por eso Bruno esperaba encontrarlos ahí. Y así fue, estaban sentados a la mesa, esta vez bebiendo té. Cuando lo vieron entrar se asustaron, era obvio que ocurría algo malo, el hombre venía pálido, agitado y sudoroso, eso sumado al hecho de que el vidente procuraba no apersonarse donde estuvieran esos dos.
_ Es Mirabel... _ alcanzó a decir, y el padre de ella se puso en pie de un brinco.
_ ¿Qué le pasa a mi hija?
_ Eh... que no la encuentro ...
_ Pues a lo mejor no quiere verte, ¿ahora vas a empezar a perseguirla? ¡Sabía que algo raro te traías!
_ Agustín, ya por favor. ¡No estás ayudando para nada! No entiendes, estábamos hablando en la biblioteca y se fue muy enojada y ahora no sé dónde está...
_ Pues, ¿qué le dijiste? ¿qué le hiciste? _ dijo el otro más enojado todavía. Bruno suspiró hondo y fuerte pidiendo paciencia al cielo. Entendía muy bien que su cuñado estuviera trastornado, todos en esa casa lo estaban; todos menos Alma, que parecía sólo concentrada en esperar el resultado del funesto vaticinio, pero estaba comenzando a cansarse de sus insultos y reclamos, de que le insinuara todo el tiempo que él había buscado de alguna manera mágicamente perversa liarse con Mirabel. Por muy culpable que se sintiera por lo mucho que estaba disfrutando los encuentros con su amada sobrina, tenía al menos la tranquilidad, se dijo una vez más, de saber que él no había buscado meterse a la cama con ella, de que eso jamás habría pasado si no hubieran estado los Miranda y el pervertido Milagro de por medio. Así que decidió hablarle a Agustín por primera vez sin cargo de conciencia:
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La magia juega con nosotros. (Propuesta indecorosa)
FanfictionUn terrible peligro amenaza Encanto, a la familia y a Mirabel. Cuando los Madrigal indaguen en el futuro en busca de una salvación, no podrán creer lo que la magia les tiene preparado. (MIRABRUNO)