Noche cerrada. Música y comida. Alegría y bohemia en los corazones de los comensales.
La abuela miraba los ojos de Ángel, su negro cabello ondulado y sus cejas espesas. Su cuerpo bien proporcionado. Si no fuera por su piel clara se diría que su mismísimo Pedro había vuelto a nacer. Eso pensaba ella. Podría parecer raro si se tomaba en cuenta que el padre de aquel muchacho no era sino primo tercero de su difunto, no obstante, la verdad era que Pedro Madrigal tenía una cara muy genérica. Cualquiera podría habérselo comentado a Alma Madrigal, pero ¿para qué...?Ella estaba feliz, los huéspedes eran encantadores y animaban la velada con sus noticias sobre lo bueno que había en el exterior, los vecinos de Encanto habían saboreado complacidos el banquete delicioso, regalo de las manos de Julieta Madrigal, el clima, cortesía de Pepa Madrigal, era templado, el patio de Casita rebosaba de azahares, jazmines y gardenias; Isabela Madrigal los había elegido caprichosamente para perfumar la fiesta. Los Madrigales estaban contentos. La sobremesa llevaba horas, la charla era amena.
_ Entonces, Almita, prima querida, ¿te hemos conquistado? ¿Se abrirán a los intercambios con otros pueblos y ciudades?
_ Querido primo Regino, sí, estamos dispuestos a establecer lazos amistosos entre nuestra comunidad y el exterior. Definitivamente creo que vale la pena, gracias por las novedades que nos cuentas.
_ Por supuesto no digo que todo sea miel sobre hojuelas. Pero, créeme, a Encanto le vendrá bien el progreso, y más allá de las montañas la magia de tu bella familia será de gran utilidad... _ Bruno Madrigal miró directamente, escrutador, a los ojos de aquel hombre que hablaba con dulzura y, por primera y última vez, Regino Miranda le desvió la mirada, la cual recayó sin querer en su hijo, Ángel, que llenaba de vino la copa de Mirabel a pesar de que ella le decía que "no gracias" con la voz, las manos y la cabeza. Bruno, que estaba casi frente a ella y había seguido la trayectoria de los ojos de Regino, le sonrió a su sobrina quitándoles de enfrente la botella.
_ Sírvame usté otra copita, señor Madrigal, aprovechando que les quitó la botella a los muchachos. _ le pidió al vidente la señorita Irene Arriaga, la transcriptora de los asuntos oficiales del pueblo. Era la hija única del viudo profesor Ponciano, maestro y cronista de Encanto. Había estado sentada junto a él desde la tarde, y el hombre apenas en ese momento se fijaba en su bella presencia.
La recordaba de su infancia, cuando él era un niño de diez años y ella una chamaquita de siete. Nunca habían sido amigos cercanos, simplemente porque no se habían llamado la atención el uno al otro, pero Bruno había pasado sus años de educación primaria en la misma aula que la hija del sabio Ponciano.
_ Llámeme Bruno y hábleme de tú, por favor... _ rogó el hombre, un poco trabado, notando de pronto sus ojos negros , enmarcados por largas y tupidas pestañas.
_ Sólo si me llamas Irene y me hablas de tú... _ le sonrió la mujer; un par de fascinantes arrugas de risa se formaron en la comisura de sus ojos. _ ¡Salú! _ y alzó su copa hacia su interlocutor, quien brindó con ella bebiendo sin darse cuenta de una copa vacía. La linda Irene rio estrepitosamente ante la torpeza de Bruno, que enrojeció de toda la cara.
_ Dame acá _ le dijo arrebatándole juguetonamente la botella para luego verter una generosa cantidad de vino en la copa del otro.
_ ¡Ahora sí! ¡Salud!
_ Salú, señorita Arriaga.... Irene, perdona... _ chocaron las copas, cruzaron los brazos entre sí, y bebieron mirándose abochornados, pero sonrientes. Cuando se separaron en medio de risas, Bruno miró sin querer al frente y notó unos ojos fijos y ardientes en una cara crispada.
_ ¿Qué tienes, mi vida? ¿Te sientes mal? _ preguntó preocupado.
_ Tengo... frío... _ contestó Mirabel con la voz extraña. _ Voy por un chal a Casita.
ESTÁS LEYENDO
La magia juega con nosotros. (Propuesta indecorosa)
FanfictionUn terrible peligro amenaza Encanto, a la familia y a Mirabel. Cuando los Madrigal indaguen en el futuro en busca de una salvación, no podrán creer lo que la magia les tiene preparado. (MIRABRUNO)