XIX.- La guerra es más larga que la guerra

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Despertó en una cama vacía, tanteando a su alrededor en busca de Bruno, pero no estaba. La había abandonado. ¿Se habría ido de la casa? ¿del pueblo? ¿tendría que criar sola a los hijos de él? Un sollozo desgarrado partió en dos su pecho y lloró convulsamente durante media hora. Al cabo, unos brazos cálidos la levantaron meciéndola con cuidado.

_ Mi amor, ¿qué pasa?

_ ¡Me dejaste! ¡me dejaste! ¡desperté y no estabas! ¿es que sólo viniste a usarme por la noche?

_Mi vida, no, fui a buscar tu desayuno... Esperaba que no fueras a despertar mientras estaba ausente... _ le explicaba, pero a Mirabel le costaba trabajo calmarse. Pensamientos desoladores sobre los que no tenía control la invadían, hiriéndola sin piedad. Bruno se trepó con ella a la cama para envolverla por completo con su cuerpo.

_ ¡Esto ya no puede seguir! _ lloraba ella _ ¿crees que me gusta vivir pendiente de ti como si no hubiera otra cosa en el mundo? Te amo, pero no entiendo por qué me eres indispensable... siento como si estuviera llena de ti y eso me pone furiosa, sobre todo porque necesito mandarte al diablo. ¿Qué quieres de mí, Bruno? Primero me ignoras y luego vienes vuelto loco a cogerme... y luego vuelves a desaparecer...

_ Mi amor, mira allí, fui a prepararte algo, te lo dije ya... escúchame por favor _ Mirabel vio cómo le señalaba una charola con el desayuno humeante sobre ella. Al parecer la habría dejado sobre la cómoda en algún momento antes de abrazarla. Había estado tan desesperada que ni siquiera había olido la comida. Como si por fin le hubiera dado permiso de funcionar, su sentido del olfato se activó de pronto; percibía arepitas de huevo con aguacate y café calientito. Una papaya picada en trozos adornaba de rojo la composición. Mirabel estuvo a punto de reclamar porque no había flores en el almuerzo, pero su racionalidad despertó un poco con la agradable visión. Tenía hambre.

_ Tengo que pedirte perdón, mi amor. Y quiero explicarme. Me he estado portando así por algo... ¿quieres desayunar antes?

_ No. Quiero hablar primero. Quiero que me expliques primero. _ pidió ella tallándose los ojos como una niña pequeña para dejar de llorar.

_ Bueno, mientras te tomas tu cafecito. _ Le dijo él estirando el brazo para alcanzarlo. Se lo puso entre las manos y se acomodó para servirle de recargadera. Mirabel le dio un par de sorbos al tinto y Bruno iba a comenzar a hablar cuando fue interrumpido.

_ Lamento que las cosas no hayan salido como querías. De verdad. Creo que estás así porque murió la mujer a la que amabas, junto con tu hijo. Esto te lo digo desde la sinceridad. Lamento no haberme muerto yo junto con mis hijos. Ninguna vida es más valiosa que otra, pero, pragmáticamente, creo que era preferible que todos vivieran como deseaban en lugar que todos vivamos a medias, infelices y frustrados. De todos modos, tú no querías formar una familia conmigo, la magia te obligó. Tú habías elegido otra cosa por ti mismo. Y yo no quiero a un tipo que desea estar con otra, aunque esa otra esté... muerta. _ Soltó Mirabel. Su tío la miraba con los labios enchuecados en un extraño puchero.

_ Mirabel, las cosas que te dije mientras vivimos en la casa aquella son reales.

_ Pues no parece, Bruno. Has sido responsable y un excelente enfermero, pero definitivamente no te comportas como un amante...

_ Porque he sido un idiota, mi vida. Permíteme explicarte, por favor... _ prosiguió ante el silencio de su sobrina _ Yo quiero estar contigo. No me tiene distante el recuerdo de Irene; no estoy distante por el hecho de que lamente que ella haya muerto y tú no, mi amor. No digas barbaridades. Me tiene distante la culpa inmensa que siento. No lo sabes porque no te lo he dicho, pero de alguna manera yo elegí... te elegí a ti para vivir en su lugar... _ dijo tapándose la cara con las manos.

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⏰ Última actualización: Apr 29 ⏰

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La magia juega con nosotros. (Propuesta indecorosa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora