COMO LAS LUCIÉRNAGAS | SUPERCORP

ACTO I: Escena IV

Narrado por: Lena Luthor

(Se apagan las luces del teatro. El público está en sus butacas pendiente del tan esperado segundo acto)

***

Observo como todos están regresando a sus asientos después del descanso que normalmente se da entre cada acto. Ahora que ya se concluyó el primer acto del musical, mis nervios están a flor de piel.

Camino al camerino de mis actrices estelares y veo cómo retocan el maquillaje de Iris.

—Lena, cálmate. Me estresa cuando estás paseándote por el camerino así —Iris llama mi atención. Lucy levanta la cabeza de su asiento y la agita mientras rueda los ojos.

—¿Dónde está Sue? Deberían repasar las líneas una vez m...

—Te juro por Dios que si no te detienes, voy a darte una cachetada tan fuerte que el cerebro se te va a mover de lugar —me amenaza la ojiverde. —Iris y Sue van a hacer un número genial. ¿Sí?

Uno de los técnicos me interrumpe cuando entra de golpe al pequeño cuarto. Y dice con urgencia: —Cinco minutos y a escena.

Iris se levanta de su asiento y me aprieta el bíceps cuando está por salir del camerino.

—Dales un poco de crédito, Lena. Las escenas de Sue han estado increíbles durante el primera acto —habla Lucy a mis espaldas.

—Tienes razón, debo ser más considerada. Son los nervios. ¿Cómo te sientes? —Cuando me volteo, la veo acariciando su tobillo que sigue ventado por una tela blanca.

—Sigue inflamado —responde sin levantar la vista de su lesión. —Las pastillas me dejan un poco adormitada así que no quise tomarlas hoy por el estreno, pero el dolor me está matando.

—Odio que esto te pasara justamente a ti —expreso con pena.

—No te preocupes, Len —su voz es suave y sincera. —Solo espero tener la oportunidad participar en al menos una de las funciones antes de que se acabe.

—Si está en mis manos hacer algo al respecto, no dudes en pedirlo —le digo con solemnidad. Más que por pena, se lo digo con la voz tintada del aprecio que le tengo.

A pesar de que no soy una persona muy expresiva, tengo la esperanza de que mis acciones son suficientes para mostrar mi cariño.

—Eres la mejor jefa del mundo —Lucy me da una sonrisa. Luego, busca su muleta para levantarse. —¿Me ayudas a ir a mi asiento?

—Claro.

Después de llevar a Lucy de vuelta a su asiento, me encamino al lado derecho del escenario tras bambalinas mientras escaneo el público tratando de descifrar sus expresiones fáciles.

¿La obra está llenando sus expectativas? ¿Les está gustando y divirtiendo?

El miedo me toma por completo ante la idea de que las críticas de los periódicos mañana sean más duras de lo que estoy preparada para recibir.

No quiero que ninguno de los asistentes se arrepienta de haber agotado las entradas. No quiero que mis actores se sientan mal porque he visto el trabajo y la dedicación que le han puesto a este proyecto.

Mis ojos se pasean por todo el lugar mientras escucho el instrumental de una de mis canciones favoritas del musical comenzar a sonar por los altavoces de la sala.

Agito la cabeza al compás de la música y me concentro en las líneas de cada actor. Ni un solo error. Todos están haciendo un trabajo increíble.

Si hay algunos detalles diminutos que estuvimos corrigiendo por semanas y al parecer se les están escapando, pero estoy segura de que alguien fuera del gremio ni siquiera va a notarlos. Cuando pienso en ellos, mis ojos inconscientemente se dirigen al palco donde está ubicado el señor Greif.