ACTO III: Escena I

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Narrado por: Lena Luthor

(En una habitación de hotel, Lena se levanta con la intención de aprovechar su día libre al máximo)

***

National City, 2020

Abro lentamente mis ojos para descubrir de dónde viene el ruido que me despertó, y lo primero que encuentro cuando me espabilo es a la rubia terminando de abrocharse el último botón de su blusa azul de seda.

—¿A dónde vas?

Mi pregunta carece de sentido porque es algo obvio lo que la chica está haciendo. Sin embargo, una pizca de esperanza en mí anhela que me esté equivocando.

La rubia se sobresalta, lo que me indica que esperaba que sus movimientos no fueran tan escandalosos para despertarme e irse sin despedirse.

¿Por qué está huyendo?

No fue mi impresión nuestra descomunal química hace algunas horas, ¿cierto?

Es decir, estoy segura de que la última vez que me levanté tan cansada por pasar la noche teniendo sexo fue con Pamela antes de venir a vivir a National City. Kara realmente es una bestia en la cama. Su flexibilidad es algo absurdamente alucinante.

Mi mente se distrae en la noche anterior cuando la rubia decidió llevar la fiesta al baño para darnos una ducha rápida. Sus deliciosos movimientos consiguieron dos orgasmos más mientras estábamos bajo la regadera. Mis mejillas se calientan ante el recuerdo.

Pero mi ceño se frunce porque no lo entiendo.

No soy ilusa o estúpida como para no tener claro que lo de anoche fue, sin lugar a duda, una cosa de una sola noche. No es como que si esperará que hoy en la mañana cuando nos levantáramos, ambas estaríamos enamoradas de la otra y montaríamos el arco iris de las lesbianas para vivir un maldito final feliz. Sin embargo, algo en mi interior se comprime porque estoy segura de que nuestra química fue lo suficientemente linda para que ella al menos tuviera la decencia de levantarme y despedirse.

Que quiera huir a mitad de la mañana, me hace sentir indignada y usada.

¿Tan poco valgo para que quiera escaparse sin decir adiós?

En mi mente, estaba pensando que quizá podríamos incluso desayunar juntas y partir cada una por su lado con el recuerdo intacto de una noche increíble.

La rubia se detiene abruptamente como que si hubiera sido atrapada in fraganti.

—Lena —saluda con timidez. Otro contraste total con la abismal confianza que demostró anoche. —Pensé que querías dormir. Nos acostamos muy tarde y no quería despertarte.

Mi ceja se alza con desafío. Kara suspira pesadamente y se resigna mientras termina de abotonar su blusa.

—Escucha... —comienza a decir. —Lo de anoche fue increíble. Pero creo que ambas estamos en la misma página con respecto a lo que fue. ¿Cierto?

Yo asiento con duda porque estoy segura de lo que fue anoche y aun así, siento una opresión en el pecho ante la idea de dejarla ir tan rápido. Fueron los orgasmos. Sí, eso es. Tengo la cabeza en lo que pasó anoche y fue tan bueno que aún estoy en alguna especie de trance con ella.

—No quiero que me malinterpretes —expresa con rapidez. —Fue estupendo. No recuerdo la última vez que disfruté tanto estar con alguien.

Su sonrisa avergonzada me dice que sus palabras son reales.

—Es solo que no estoy buscando nada serio, Lena. No quiero tu número de teléfono para que hablemos de nuevo ni quiero darte el mío corriendo el riesgo de que esperas algo de mí que no seré capaz de darte.

COMO LAS LUCIÉRNAGAS | SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora