06 / Service order follow-up

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Escaleras arriba. Escaleras largas motivadas por el gas emitido en cualquier generador de electricidad de la ciudad. Tal y como el día de la admisión con Cris Corporan. Dos mujeres negras, ambas poseedoras de muslos y caderas abundantes, ambas mujeres de desear. ¿Y saben cuál es el punto de diferencia? ¿Saben por qué con Cris me masturbé y con Katerine no? Porque a mi corazón le gustó Katerine. Cuando a mi corazón le gusta alguien, el hijo de puta no duda en dejar bien en claro quién manda. Más fuerte que mis instintos sexuales, eso no lo dudes.

No fue tanto lo que habíamos logrado cosechar ese día, que tampoco es cero trabajo. Durante el considerable camino arriba (literal caminas menos al Wendy's), hacia el tercer piso de producción, mejor conocido como Samsung America, charlamos un tantito. El tema era ella, coma, y yo.

Ella estudiaba así como trabajaba: desde casa. La universidad no era cómo si no la misma Universidad del Caribe, esa que empleados, madres a tiempo completo y adultos en general con poco de este eligen para su formación profesional. Mi mamá misma estudió su carrera en esa facultad. Katerine se preparaba para ser internacionalista, aunque me dio la verídica impresión de no ser la mujer más responsable en cuanto a tareas y clases; me contó que tenía una actividad pendiente que cerraría ese mismo finde, que estaba atrasada, pero en vez de ponerse en ello, adivinen... Iría al concierto de Bad Bunny del tres de septiembre.

Tremendo red flag ¿no? A ti que no te gusta, Kevin, a ti mismo que subías historias en el Instagram sobre sus estúpidas letras de baja calidad y sus entre comillas denigrantes en los conciertos y entrevistas. No es que lo desprecias pero por alguna razón lo evitas a toda costa. Crees que escuchar a Bad Bunny, y muy específicamente a Bad Bunny, significa traicionar a tu persona, tu humanidad, tu familia y comunidad. Sus canciones, aclamadas por tu país más que al propio Jesucristo, te harían perder tu estilo, tus convicciones se esfumarían, tu creatividad al teclado se marcaría un Piqué en tu contra. Pero es que ahí está el punto: ¿qué dominicana de más o menos tu edad no va a ser fanática o al menos consumidora del puetorriqueño que literal tan solo está detrás de Drake en Spotify en el apartado del «Artista más reproducido a nivel mundial»? Inexistente.

Y tú dirás que yo mismo plasmé una línea de Kemba Walker, sí, cierto, pero recuerden que esa es de Eladio, no del Conejo. Si me reclamas el hecho de que tengo Tú no metes cabra en una de mis playlists empezaremos una discusión, así que me mantendré fiel al transcurso de esta historia y te diré que, en el momento en el que supe que el gusto musical de Katerine era tal y como el de los demás, hice de mí un ignorante. O sea, me dio igual. De todas formas, ahora que recuerdo, el concierto no era de Bad Bunny, sino de Rosalía. Bad Bunny vino unas semanas después, y ella claro que no falló en comprar sus boletas.

Pero eso viene después.

Katerine supo que yo no estudiaba nada en la uni. Siempre tuve cuidado con la manera en la que lo explicaba. Que quiero ser autor de historias, que ninguna carrera se acercaba a ello y que, por ende, no iba a sacrificar mi tiempo con tales responsabilidades indeseadas. No me dijo nada significativo al respecto, nuestro camino ya había terminado y nos reencontrábamos con el resto del grupo post-almuerzo. Ni Aimee ni Elian parecieron caer en la cuenta de que tuvimos un paseito juntos. No que yo recuerde.

Aquí hubo un intervalo de tiempo ajeno a cualquier relación con nadie pero sí muy importante para mí. Resulta que en Alorica te pagan todos los viernes, bisemanalmente. ¿Te acuerdas de cuál día era aquel? Muy bien. Era la primera vez que cobraría jamás y ni siquiera me habían otorgado mi tarjeta de débito. No se preocupen que con una rápida diligencia al BHD -banco que me esclavizaría como cliente gracias a sus relaciones con la empresa- resolvería el asunto. La sucursal no es que quedara más cerca que el Wendy's, ni requiere menos pasos que subir al tercer piso de producción, pero sí quedaba bastante cómodo. Francis y yo fuimos juntos. Y regresamos separados.

neverita ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora