Debimos de haber entrado al Nacional primero. Cuando veía a Katerine, delante de mí, abrir la puerta del sitio, se me pasó por la cabeza que necesitaríamos un preservativo, mas no era esa la razón principal, y el producto que terminó siendo verdaderamente esencial esa tarde no fue un condón. Lo que hacía falta era más merienda que la que ahí almacenaban. Merienda que me gustase a mí, para ser específicos.La nevera no tenía más que leche, verduras, un pastel de cumpleaños y más cosas aburridas que compra una persona que sabe cocinar. En la despensa, entre más cosas aburridas de una persona que sabe cocinar, como pimentón Paprika y gandules verdes La Famosa, habían tres latas de salchichas JAJA. En principio ella se vio interesada por una, pero eso era solo porque le dije que tenía hambre quince minutos dentro de la casa.
Tal vez, si hubiésemos entrado al Nacional y conseguido algo para mí, no habría probado esa marihuana.
Terminamos acompañando el capítulo de House of the Dragon con unas palomitas de maíz que preparó Katerine junto a Rosy y mi escasa pero humilde asistencia. Rosy era una de sus dos compañeras de piso. También era la dueña de todo el suspiro rosado guardado en el refri. Cuántos había cumplido me trajo sin cuidado. Quizá unos veintidós, ahora que me paro a pensarlo.
Antes de todo este drama por saber qué ibamos a comer (una escena que solo escaló debido a las chicas, yo jamás declaré mi hambre como estado de emergencia), me detuve civilizadamente a apreciar los muebles que de alguna manera eran también muebles de Katy. Mientras mantuviera la mensualidad satisfecha, claro.
Podemos resumir que era una primera planta muy buena para ser propiedad de una millennial. Proporciones justas con espacios generosos, decoraciones y tapizados de envidiar. Había un a lo que yo le llamo «espejo de torso» en la sala de estar, y unos tantos cuadros prendidos de las paredes. La entrada principal es primero un pequeño patio frontal que guía a las visitas con un camino artificial entre hierbas auténticas. El vestíbulo es una galería con dos mecedoras —y una silla traída del comedor, cuando un tercero quiere insistir— y una coqueta mesita de café donde supuse que la dueña ponía su taza. El baño de las visitas estaba amenamente ambientizado y prescindía de detalles que a la visita le gusta ver en un baño, como la dispensadora de jabón líquido personalizada y el tarrito de esencias naturales cubiertas por amapolas y girasoles.
Apuesto a que mi mamá cambiaría nuestra casa por esa, sin importarle perder un setenta por ciento de terreno. Esos eran unos interiores encantadores que batallaban con la leve depresión del hogar en el que actualmente les escribo esta historia.
Una cosa sí no era muy buena: era solo una primera planta. O sea, había una segunda en la que residían otras personas. No tenía que, pero esperaba que la dueña se llevara bien con sus vecinos más cercanos. Pequeñeces como los rugidos de los dragones, emitidos por una mera laptop, podían ser escuchados desde las ventanas de allí arriba. Tanto como se podría escuchar a cualquiera en Alorica, detrás de los cubículos.
A Katerine no le importaba. No parecería ser la clase de persona que se queda perplejo viendo ningún show o película, pero una tal —cuidado con los spoilers, pasa a la siguiente oración— Queen Aemma era abierta a sangre en su vientre hasta su muerte. Cuando la escena cambió a dos caballeros —en realidad unos idiotas, pensaría alguien como yo, que lo tiene tan fácil en un mundo relativamente pacífico— intentando atravesarse lanzas a sus pechos sobre caballos —uno salió vencedor, el otro... Q.E.P.D—, Rosy la recién cumpleañera dijo que se iba a bañar.
—¿Te vas al party entonces? —le preguntó Katerine.
—Sí. —Rosy, en una pijama (parte de ella una blusita ligera que no escondía el relieve de sus pezones), se fue deprisa a la cocina. Se devolvió cuando dejó dos cuencos que antes contenían palomitas en el fregadero, rumbo a su habitación, supuse. No se paró ni para decirle a Katerine—: Me voy.
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neverita ©
Short StoryDicen que es pecado de autor escribir sobre sí mismo, pero este relato no es sobre mí. Este relato es sobre una chica, y el amor que sentí por ella. Supongo que sería más acertado debatir en cuanto a si ese amor lo era en realidad.