12 / VTO

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-Queloqué Aimee.

La chica levantó la mano en alto en un gesto que universalmente se interpretaría como «espérate mamahuevo que estoy ocupada». Y lo estaba, no lo decía ella sino el cliente que del otro lado de la línea la mantenía callada. Unos tantos segundos después, pudo hablar.... Intentó hablar, al menos.

-Ye... Yes Miss... Yes Miss, I understand. So what... What I'm gonna do for you is that I'm simply going to transfer you over to EnR, Exchange and Refunds department. They are the department in charge. They will be assisting you with that issue for you... Yes Miss... Yes Miss Clayton, that is correct... -Me dedicó brevemente su mirada. Alzó sus ojos expresando la graciosa mezcla secreta del hastío-fastidio. Al volverse a la pantalla que mostraba la página de la documentación (vacía, por cierto, sin notas que llenasen los campos preestablecidos), su rostro regresó a notas positivas-. Alright Miss, excellent, so let me proceed and transfer you over.

Me dio la impresión de que Miss Clayton continuó discurseando, más no le importó a mi co-worker, quien ya estaba llevando el cursor hacia el apartado en el toolbar que abría la lista de opciones a transferir. Escribió en su limpio teclado (en comparación con el mío, que por alguna razón se había convertido en imán de migajas de aperitivos, polvos, exudaciones secas y probablemente mocos, gérmenes arrastrados del baño u otras superficies asquerosas) las letras En y presionó Enter. La lista se redujo a EnR Home Appliances y EnR Mobile Experience. Seleccionó la primera, lo que hizo que el código de extensión populara automáticamente el campo correspondiente. Le tomaron cinco segundos más completar la transferencia.

Se volvió a mí con cara de diabla.

-La dejé hablando sola.

Me partí desde la cadera hacia delante mientras reía eufórica y silenciosamente (el piso es grande, pero nunca quieres hacer ese tipo de escándalos en tu área de trabajo; y nunca sabes quién se sienta detrás de los cubículos), Aimee hizo lo mismo, intercambiando lo de partirse por la mitad con quedarse observando jocosamente mis reacciones.

Lo primero que hice al erguirme fue mirar, junto a la bendición de mi altura, la cabeza amarilla de Semiramis a la distancia, sentada en su elevada silla de supervisora. Mantuve mi sonrisa post-risa.

-Dime Kevin -dijo Aimee-, ¿y tú? ¿Y Doris?

-Ahí está, tú sabes. En su clase.

-Pasé por ahí orita y te vi enchunchando con ella.

Amplié mi sonrisa, transformándose en la típica juguetona que hago cuando me atrapan con las manos en la masa del amor.

-Nos abandonaste Kevin -concluyó Aimee, como ha concluido decenas de veces desde que dejé el equipo de Katherine con H por el de Semiramis y revelé mis irrefutables gustos por la Bespoke.

Decidí ignorar esa frase proveniente de un disco que ya había pasado de moda para anunciar una noticia que consideraba ameritaba mayor atención.

-Pedí un VTO...

-¿Cóómoo? -reaccionó una estupefacta Aimee.

-... para salir a Plaza con Katerine.

-¿Quéééé? -amplificó Aimee. Si antes estaba estupefacta, ahora estaba anonadada . Aunque claro, el sesenta por ciento de las emociones dominicanas son exageradas (cuando son de connotación positiva); todo está movido por la increíble sensación churrullera de conocer el chisme de turno.

-Ya tú sabes -dije con una sonrisa, entre mirando a la sentada Aimee a mi lado y a los pocos empleados que se movían ya sea yendo y viniendo del baño o yendo y viniendo de la barra cafetera.

neverita ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora