16 / Medallia survey

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Domingo 27 de noviembre. Pensaba que tendríamos la oportunidad el jueves pasado. Era el último del mes, y aunque en mi país no se celebran tales cosas como la Acción de Gracias, para el que trabajaba sí. Samsung había impuesto su horario estadounidense, darnos días festivos del mismo era lo mínimo que podía hacer.

El punto, claro, disculpen.

Pensaba que tendríamos oportunidad el jueves de esa semana pasada (si consideramos el sábado como último día de una semana) porque ese día ibamos a estar libres. O sea, yo iba a estar libre de por sí porque los jueves eran predeterminadamente (y lo odiaba) días libres míos. El caso es que pensaba que Katerine también estaría libre pero no, ella y su posición de trainer eran impunes a tales festejos gringos.

Pero no había problema. Un hombre enamorado no ve más que una pared y uno al que le dieron un beso no más que un semi-muro. Imagínense uno al que le dieron dos. Ya que la Bespoke y yo no compartíamos días libres, yo decidí hacer lo mismo que hice tres semanas después para ver en vivo el final de la Copa entre Argentina y Francia: tomar un VTO completo.

Se puso feliz cuando le di la noticia, como si, en efecto, ningún chico había hecho nada igual por ella. ¿Para qué cogimos ese día? Verán, cuando un varón y una hembra se gustan... Okay, mal chiste. He aquí la respuesta correcta partiendo de la definición contextual de coger: Aprovechando que ella vivía cerca, decidimos pasar la tarde en el parque. Dejé a mi hermanita en casa con mi mamá y pedí un Uber moto a su sitio, desde allí solo teníamos que subir dos delgadas avenidas a las que le llaman Independencia y Cayetano Germosén, y ya.

El Parque Mirador Sur no es cualquier parque, es el parque, y me atrevo a decir que es el mejor parque de toda la ciudad. Equivalente al Central Park, se podría decir. Ciclistas, corredores, caminadores; hombres que jugaban al dominó en una que otra mesa, madres y padres que le ensañaban a sus buenos hijos a patinar y otros hijos no tan buenos -en el espectro del comportamiento- haciendo travesías propias de hijos no tan buenos. Habían personas con gorras coladas al revés que practicaban al skateboard por donde habían rampas y no se percibían niños que practicaran béisbol por el día que era. Luego estábamos Katerine y yo. Agarrados de mano desde que se la pedí -casi que se la arrebaté- cruzando las calles.

-Él nunca me dio una razón. We didn't really talk about it. La pasamos como si siempre estuvimos bien.

-¿De verdad? -repliqué-. ¿La pasaron como si seguían siendo mejores amigos? O sea, ¿el nivel de confianza y de cariño siguió siendo el mismo?

Pisábamos sobre el pavimento de la vía principal del parque, eso orillados hacia la cuidada hierba y altos árboles. Los autos y vehículos de motor estaban rotundamente prohibidos por las autoridades, pero eran comunes las oleadas de ciclistas que no era que iban muy despacio que digamos. Corrían arcenes en los extremos, pero a quién le importa. A Katerine sin duda que no. Ella podía tirarse de un puente sin morir. O sin importarle que moriría.

-Bueno, la confianza no es la misma. Pero el cariño...

La miré, escéptico.

-¿Segura? Porque la última vez que tú me hablaste de él no fueron cosas bonitas de las que me enteré que les pasó.

-Solo nos dejamos de hablar y ya, no es la gran cosa. Y no es que vamos a seguir siendo like best friends así como éramos, pero sí podemos ser...

-¿Amigos? -completé por ella. Ella me miró, yo lo hacía con las hojas secas que empezábamos a pisar.

-¿Qué opinas?

Me encogí de hombros y dije que estaba bien. Durante unos segundos, entre nuestros cuerpos -ya no unidos por nuestras manos- el aire no era en su mayoría nitrógeno sino silencio. Suficiente tiempo para reflexionar al respecto.

neverita ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora