Capítulo 10

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Se había quedado congelada. El único movimiento que se podía ver en su cuerpo eran las innumerables lágrimas que caían por todo su rostro, mojándole hasta la camiseta. No podía ser real, no veía a su padre capaz de asesinar a unos niños.

—No... no puede ser... —susurró ella.

—¿Qué le habían hecho mis niños? ¿eh? ¿qué habían hecho ellos para que tu padre les cortara la garganta? —él empezó a zarandearla por los hombros esperando una reacción — ¡Contesta! ¡Dime por qué tu padre decidió asesinar a unos niños!

—¡No lo sé! —gritó ella desesperada. No sabía nada, en aquellos momentos dudaba sobre qué clase de persona era su propio padre.

—¡Tú nunca sabes nada! —exclamó él fuera de sí y con algunas lágrimas amenazando con salir de sus ojos — ¡Tú y tu padre sois iguales! ¡Unos asesinos!

—¡Yo no soy así! No soy así... —susurró en un hilo de voz casi imperceptible para el oído humano pero que James pudo escuchar a la perfección.

El vampiro seguía agarrándola por los hombros con fuerza, sentía tantísima rabia en su interior que habría roto todos los huesos de Judith, pero él en realidad no era así. Solo quería justicia para sus cuatro hijos, aquellos niños de mirada vivaz que acabaron enterrados en el jardín con las gargantas cortadas.

Unos pasos apresurados los pusieron en alerta, James seguía sujetando con fuerza a una Judith que no podía dejar de llorar. El corazón de ella empezó a latir con fuerza en cuanto vio que Derek se acercaba a ellos y le ponía una mano en el hombro a James para calmarlo.

—Déjala, ya basta James.

—¡No pienso dejarla! —exclamó apartando la mano de Derek —. ¡Ella también es culpable!

—Judith no ha matado a ningún niño, ella también ha sido víctima de su padre, ¿no lo ves? La ha tenido engañada toda la vida, por favor James suéltala.

—No deberías estar aquí.

—Lo sé y sé que si no me largo en tres segundos me matarás, pero deja que me lleve a Judith a un lugar seguro, merece saber toda la verdad.

Judith observaba con la boca abierta a los dos vampiros que se miraban desafiantes. ¿Qué hacía Derek con James? Creía que los dos vampiros no se soportaban pero ahí estaba él, intentando calmarlo.

—¿Derek? —preguntó ella en un hilo de voz — ¿Qué haces aquí?

El aludido se giró hacia ella y le esbozó una cálida sonrisa.

—Salvarte, como siempre. —Él le guiño un ojo y volvió a volcar toda su atención en James que seguía observándola con rabia —. Por favor... suéltala, sabes que ella no es la culpable de nada.

El vampiro de ojos claros apartó por fin su mirada de Judith y empezó a soltar las cadenas que la atrapaban, cuando terminó, se fue hacia la salida y se giró para apuntar a Derek con un dedo amenazador.

—Llévatela y lárgate. Si te vuelvo a ver por aquí te destrozaré.

Derek esbozó una media sonrisa sabiendo que la amenaza de James era muy real, sabía a la perfección que el vampiro lo mataría si volvía a entrar en su casa, así que se apresuró en acercarse a Judith para sacarla de allí cuanto antes, pero ella se zafó de su agarre observándolo con desconfianza.

—No me voy a ir contigo a ninguna parte.

—¿A caso conoces el sitio dónde estás? ¿puedes salir tú sola de aquí?

Ella bufó y salió de la celda esperando a que Derek empezara caminar para mostrarle el camino hacia la salida de aquel lugar tan tétrico. Judith iba caminando detrás de él en silencio, aún conmocionada por lo que había averiguado sobre su padre, y aún había mucho más que desconocía. Aquello le hacía estremecer, su padre había resultado ser una persona totalmente diferente a lo que ella creía, la había tenido engañada toda la vida y lo que era peor; había asesinado a unos niños indefensos. Los ojos le empezaron a escocer, se llevó una mano hacia ellos y se secó las lágrimas con rabia. No quería llorar más y menos por su padre. Él no merecía ni una lágrima más.

Entre dagas y colmillos ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora