Lo iban a hacer por la tarde, todos los vampiros habían sido provistos de elixires contra el sol y los de invisibilidad. Se habían dividido en dos grupos, el clan Valari atacaría por el este y el clan McKenzie por el oeste, iban a pillar desprevenidos a todos los brujos de la sede y se verían acorralados sin poder escapar. Judith se llevó por si acaso la pistola de dardos cambiando la verbena por hibisco, no sabía si iba a utilizarla al final, pero prefería llevársela por si algo salía mal.
Eran las seis de la tarde, el clan McKenzie se dividió en pequeños grupos para así poder estar en todas partes. Judith iba junto a Derek y Aitana, caminaban los tres en silencio a través del bosque hasta llegar a un riachuelo, estaban cerca de la sede, así que se tomaron sus elixires y siguieron caminando, ya con la ventaja de ser invisibles. Llegaron enseguida a la zona, observaron con detenimiento los edificios blancos, tranquilos, silenciosos. Parecía que no hubiese nadie. Los grupos de vampiros se fueron acercando a la puerta del edificio central y no vieron a nadie. Miraron con el ceño fruncido los alrededores, estaba todo demasiado tranquilo. En teoría los brujos deberían estar dentro del edificio, tomando el agua envenenada, haciendo su trabajo sin ser conscientes de nada. Pero no era así, de la nada, empezaron a llover esferas de fuego que caían con fuerza contra los vampiros, haciendo que algunos se convirtieran en cenizas. Algunos de ellos salieron disparados hacia el bosque y empezaron a atacar a los brujos que estaban escondidos entre la maleza. Estaban avisados, todos los brujos sabían que iban a ser atacados y les habían tendido una trampa. Toda la zona estaba rodeada por unos hechizos anti-invisibilidad, lo que hacía que el elixir no sirviera de nada, así que sabían exactamente dónde tenían que atacar.
De repente empezaron a llover cuerpos de brujos que eran lanzados por los vampiros una vez muertos. El suelo se empezó a llenar de extremidades desmembradas, cabezas cortadas y cuerpos ensangrentados sin sus cabezas. Judith miraba aterrorizada la lluvia de sangre y cuerpos, empezó a temblar y Derek tiró de ella para apartarla de allí, salieron corriendo, pero dos brujos les cortaron el paso. Entonces ella, armándose de valor, sacó la pistola y empezó a disparar haciendo que aquellas dos personas cayeran al suelo inertes. Una vez muertos, vieron que Josep se iba hacia el área Zero corriendo como un rayo.
—¿Qué pretende? ¿esconderse y dejar que los demás mueran por él?
—No vamos a permitirlo.
Judith se adelantó y se fue directa hacia el edificio con Derek corriendo tras ella, no iba a dejarla sola y menos con aquel hombre que no estaba en sus cabales. Mientras ellos iban detrás de Josep, el edificio central se había convertido en un campo de batalla lleno de sangre, muerte, fuego y cenizas. Pocos brujos quedaban en pie pero también habían fallecido muchos vampiros. A James, que luchaba algo lejos del edificio central, lo apuñalaron por la espalda varias veces, haciendo que el vampiro se cayera inerte al suelo mientras salía la sangre a borbotones de las heridas que le habían causado. Montse, que lo vio desmayarse desde la otra punta del bosque, salió disparada hacia él con el corazón en un puño. Se sorprendió a sí misma al pensar que no podía perderle. James había sido demasiado importante para ella, no podía morir, no así. Cuando llegó a su lado, se agachó y le dio unas palmadas en la cara para lograr que se despertara. Él abrió un ojo y sonrió de medio lado al ver cómo su ex pareja había ido rápida a socorrerlo.
—¿Preocupada por mí, Mons?
—Cállate —contestó ella mientras evitaba que las lágrimas salieran de sus ojos—. ¿Estás bien o necesitas...?
—Necesito un chute —contestó con la voz ronca.
Ella sabía a la perfección a qué se refería, así que le tendió su muñeca y el vampiro empezó a beber de ella con cautela, no quería que Montse se desmayara si bebía demasiado. Cuando estuvo saciado, se levantaron y él no pudo evitar abrazarla cómo tantas veces había hecho años atrás.
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Entre dagas y colmillos ✅
VampireEn la OPEV tenían cuatro reglas inquebrantables: 1. Localizar y eliminar a cualquier vampiro. 2. No hacer distinciones entre hombres, mujeres y niños. Todos son unos chupasangre y deben ser eliminados. 3. Si se localiza al líder de algún clan vamp...