Capítulo 13

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A Judith le despertaron los rayos de sol que inundaban la habitación, cuando abrió los ojos descubrió que seguía en la cama de Derek pero no había ni rastro del vampiro. No pudo evitar esbozar una sonrisa al recordar sus manos entrelazadas, con él se sentía segura, sabía que con él no le pasaría nada malo. Sin quererlo empezaba a sentir cosas hacia él y aquello la aterraba, la habían estado educando para odiarlos, para no tener ningún buen sentimiento hacia ellos, y sin embargo las cosas habían dado un giro de 180 grados.

Cuando se levantó de la cama, se fue hacia su habitación para vestirse y arreglarse para tener un aspecto decente. Bajó las escaleras de madera poco a poco, no sabía si seguían durmiendo o qué estarían haciendo los vampiros, así que no quería hacer ningún tipo de ruido. Mientras bajaba, olfateó un delicioso olor a gofre recién hecho que venía de un lugar que debía ser la cocina, se encaminó hacia allí y se encontró con Montse, Derek y Aitana sentados en una mesa tomando su desayuno. Tuvo que sofocar una arcada cuando vio que se llevaban a la boca unos vasos llenos de líquido carmesí.

—¡Buenos días! —la saludó su madre que se levantó corriendo para abrazarla—¿Has dormido bien?

—Mejor que nunca —contestó sonrojándose un poco y mirando de reojo a Derek que no se atrevía a mirarla.

—Genial, mira te he preparado unos gofres con chocolate, como a ti te gustan.

Judith salivó en cuanto vio que su madre le dejaba un plato con dos gofres bañados en chocolate en la mesa, se sentó y con rapidez empezó a engullir la comida como si llevara dos semanas sin comer.

—Cariño, tenemos que hablar, deja de comer y respira un poco.

Ella levantó la mirada y se dio cuenta de que estaba haciendo un buen espectáculo, se sonrojó cuando vio que los tres estaban pendientes de ella y dejó el último gofre en el plato.

—¿Qué pasa? —preguntó mientras se limpiaba el chocolate de los labios.

—Primero debemos saber si estás dispuesta a unirte a nosotros contra la OPEV y contra tu padre, necesitamos saber si estarías dispuesta a traicionar a tu propio padre.

No tenía mucho en lo que pensar. Su padre había dejado de serlo en el mismo instante en el que se enteró que era culpable de la muerte de unos niños. No le debía nada, ese hombre no merecía su lealtad.

—Josep ya no es mi padre, así que estoy dispuesta a acabar con esta lacra. La OPEV está viviendo sus últimos días.

Derek se quedó con la boca abierta al escuchar sus palabras. Jamás se habría imaginado que Judith aceptaría unirse a ellos con tanta rapidez. Claro que el asunto de su padre había facilitado las cosas, pero él pensaba que estaría mucho más dudosa, que no se atrevería a traicionar a su padre. Y sin embargo había dejado bien claro que haría cualquier cosa para destruirlos. Montserrat no pudo evitar sonreír con satisfacción al escuchar a su hija, eso es lo que ella quería desde que Judith nació, quería que se uniera a ellos para derrotar la OPEV y por fin lo había conseguido. Aitana esbozó una media sonrisa que quiso ocultar detrás de la copa de sangre, pensó que quizás su hermana no era tan mala como ella creía.

—Entonces vamos a trazar el plan para acabar con ellos de inmediato —dijo Derek—, tú, Judith vas a tener que volver a la mansión con tu padre.

—Ni hablar.

—Escúchame, yo también voy a volver —interrumpió Montse—. No puedo pasar mucho tiempo fuera de casa, así que vamos a volver las dos y vamos a tener que fingir que todo está bien y que nada ha cambiado. Esto es primordial, Josep no puede sospechar que hay algo raro, ¿entendido?

Entre dagas y colmillos ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora