Capítulo 12

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Lo que vino a continuación fue una larga y detallada explicación del origen de Aitana. Dos años antes de conocer a Josep, Montserrat estaba casada con el mismísimo James Valari, con el que tuvo una preciosa hija llamada Aitana. La pareja se quería muchísimo pero eran conscientes que estando tan cerca del aquelarre de Sierra Norte corrían peligro. Así que confeccionaron un plan, destruir la sede de la OPEV y así eliminar a todos los cazavampiros de la zona. Lo intentaron, pero no funcionó. Casi los capturaron pero por suerte pudieron huir, entonces pensaron que lo mejor sería infiltrarse de alguna manera. Montse tuvo la idea, se haría pasar por una humana normal para acercarse al próximo líder del aquelarre, Josep. Consiguió el elixir camuflador gracias a una bruja que le proporcionó hasta la receta para poder crearlo ella misma. Montse y James se separaron unos meses antes para así poder casarse con Josep sin levantar ninguna sospecha, ella acabó enamorándose del brujo y así tuvieron a Judith que nació tres años después que Aitana. James jamás pudo perdonar el engaño de Montse, se sentía humillado y abandonado. Ahí empezó el odio de James hacia Josep y Montse, pero todo empeoró cuando el brujo asesinó delante de sus narices a sus cuatro hijos pequeños que tuvo con otra vampiresa. Aquello lo destrozó y también lo llenó de rabia. A partir de aquel día empezó a trazar un plan para destruir cualquier cosa que a Josep le importara, incluida su hija Judith. Montse, harta de que James los acosara y quisiera matar a su pequeña hija, se unió al líder del clan McKenzie para que la ayudara y eso enfureció muchísimo más a James, que no soportaba al líder del clan rival.

Judith había escuchado la explicación de su madre muy concentrada, la historia que le había contado era digna de una telenovela turca. Drama, matrimonios por conveniencia, engaños, odios... lo tenía todo. Aitana, en cambio, como ya se sabía su historia de memoria, subió a su habitación sin decirle ni una sola palabra a su hermana. Le molestaba que Derek la hubiera traído a su casa porque para ella tan sólo era una asesina que había matado a su gente.

—Así que ya sabes por qué James te ha estado amenazando —concluyó Montse—. Pero creo que si logramos que se una a nosotros para destruir la OPEV dejará de molestarte, si tú quieres unirte a nosotros también, claro.

La joven miró con alternancia a su madre y a Derek que la miraban expectantes, esperando una respuesta que de momento no podía darles. Tenía la cabeza como un bombo y temía que le estallara el cerebro en cualquier momento.

—Yo... no sé, estoy hecha un lío ahora mismo, son demasiadas cosas por digerir y... papá sospecharía de mí si de repente no quiero ir a cazar.

—No te preocupes por eso —intervino Derek—, pensaremos en alguna estrategia para que no sospeche nada. Ahora deberías irte a descansar, te acompañaré a tu habitación.

Judith se despidió de su madre que se quedó en el salón y siguió a Derek escaleras arriba. La guió por el pasillo que conectaba las habitaciones y la hizo entrar por la segunda puerta a la derecha. Se trataba de una habitación amplia, con una cama doble, un armario de madera que parecía muy robusto y con su baño propio. Él se acercó a ella y aunque se moría de ganas, no se atrevió a cogerle la mano.

—Aquí es, espero que duermas bien y estés cómoda. En el armario tienes ropa limpia que te ha conseguido tu madre y bueno... tienes un baño propio con todo lo necesario —entonces se sonrojó un poco y le dio la espalda para salir de la habitación—. Yo estaré en la habitación de enfrente, esa es la mía si... necesitas algo ehm... llámame.

El joven cerró la puerta sin mirar atrás y se adentró en su habitación maldiciéndose a sí mismo por haberse mostrado tan inseguro. Cuando estaba a solas con ella empezaba a sentirse nervioso, dudaba de todo, no sabía cómo actuar y aquello jamás le había pasado.

Judith se quedó un rato observando la puerta por la que se había ido Derek, le habría encantado decirle algo, agradecerle el apoyo que le estaba dando, pero como siempre, se había quedado hechizada por sus hipnotizantes ojos negros y no había podido decir ni una sola palabra.

Entre dagas y colmillos ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora