Capítulo 11

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Judith miraba a su madre pasmada. Montse miraba a su hija con nerviosismo. Y Derek las miraba a las dos con los ojos abiertos como platos. No esperaba que madre e hija se encontraran de esa forma tan chocante, tampoco esperaba que Judith se enterara del gran secreto de su madre de esa forma tan grotesca. El joven se acercó poco a poco y miró con detenimiento a Judith que se había quedado petrificada, le puso una mano en el hombro y entonces ella reaccionó y se lo quedó mirando con el ceño fruncido.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó ella sin atreverse a mirar a su madre que tenía sangre por todas partes.

—Tenemos, bueno, tenéis muchas cosas de las que hablar. Montse, nos vemos en la mansión, voy a curar a... tu hija, tiene una herida.

La mujer asintió con la cabeza y sin decir nada se apresuró en recoger los cuerpos de los vampiros para después quemarlos en un sitio seguro. Mientras tanto, Judith y Derek empezaron a caminar hacia la mansión de él.

Fueron andando entre la maleza en absoluto silencio esquivando ramas, bichos y raíces enormes que sobresalían del suelo hasta que al final llegaron a un sendero sinuoso que los llevaba a una bonita mansión victoriana. Era oscura y parecía no estar en muy buen estado, pero cuando entraron vio que la casa estaba perfectamente amueblada con muebles algo antiguos pero bien conservados. Las paredes estaban decoradas con un papel verde claro que le daba muchísima luminosidad. Se quedó con la boca abierta observando toda la estancia y las escaleras de madera que subían al piso superior, quiso ir hacia allí pero la mano firme de Derek se lo impidió.

—Primero vamos a curarte esta herida, que estés sangrando no es muy bueno para ti en estos momentos.

Y tenía razón porque ella no era consciente de que había unos cuantos pares de ojos pendientes de la joven bruja que acababa de entrar en la mansión y que desprendía un olor a sangre muy apetitoso. Derek la llevó de la mano hacia el baño de la primera planta y la hizo sentar en el borde de la bañera para poder curarle la pierna lo más rápido posible.

—¿Qué ha pasado en el bosque? ¿Mi madre...?

—Te lo contará ella, pero antes tienes que saber que si te ha ocultado cosas ha sido por tu bien —contestó él mientras le desinfectaba la herida.

—¿Por mi bien? ¿como cuando me ocultaron que papá había matado a esos niños?

El vampiro suspiró y clavó su mirada en los ojos cansados de Judith, que lo miraba desafiante.

—Lo de tu padre es muy distinto, Montse solo quería lo mejor para ti. Josep en cambio... mira mejor cambiemos de tema. Escúchame, cuando vuelva tu madre va a venir con Aitana que... es... bueno, ella es...

—¿Tu novia?

Derek se la quedó mirando con los ojos desorbitados, le hacía gracia que Judith se pensara que Aitana era su pareja. Él rio y sacudió la cabeza haciendo que algunos mechones de su cabello rozaran un poco la nariz de Judith.

—Para nada —contestó sonriente—, somos amigos. Ella es una de las jefas del clan.

—Pensaba que eras tú el líder.

—Y lo soy, pero tengo a dos personas de confianza que me ayudan a liderar y una de ellas es Aitana, la otra es... Montse, tu madre —le vendó un poco la herida y se levantó cuando hubo terminado —. Ya está, ahora te llevaré al salón, ¿vale? Pero antes debo advertirte sobre Aitana, es posible que esté algo susceptible y algo cabreada contigo. Pero debes entenderlo, ella te ve como la persona que se dedica a asesinar a los suyos, no tiene en cuenta que te han educado para que creas que nosotros somos los malos. Montse, desde que naciste, nos ha estado hablando de ti, contándonos maravillas sobre ti y que tú no eras como tu padre —suspiró y esbozó una tierna sonrisa que a Judith no le pasó desapercibida—, pero a Aitana le cuesta entenderlo. Es demasiado temperamental, así que ten paciencia con ella porque al fin y al cabo no te conoce.

Entre dagas y colmillos ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora