The Gummy Girl (Quackity)

『⑫』

Mis pasos presurosos van de un lado a otro, por toda la casa y mientras lo hago trato de recoger mi cabello, es así como paso de la cocina a estar a punto de tocar la puerta de Alexis.

Pero antes que lo haga este abre la puerta de golpe.

—Perdón —alejo mi mano por  la impresión y aprovecho a terminar de hacerme mi chongo desordenado. —¿Te desperté con el ruido?.

El niega y luego lo veo bostezar.

—Pero se me hizo raro escuchar ruido tan temprano. —confiesa. —¿Y ese uniforme?

—A diferencia tuya, yo aún no estoy de vacaciones. —Le respondo obvia —Pero yo nomas venía a decirte, que ya me voy y que hay fruta picada en el refri por si quieres. Ya me tengo que ir.

—Te acompaño. —Dice antes que si quiera me de media vuelta.

—Alexis sigues en pijama y yo me tengo que ir ya. —le sonrió dulce.

No es que no quiera que me acompañe, es que literalmente ya es bien tarde.

Pero simplemente veo como este se adentra en el cuarto, jala una chamarra, uno de sus tantos gorros y se pone los tenis lo más rápido que puede.

—Ve por tus cosas, ya estoy listo.

—¿Es neta Alex Quackity? —me burlo al ver como se pelea con su cabello cuando se pone el gorro.

—Sí y ya apurale, no vayas a salir al rato con tus mamadas de, "es que se me olvido la mochila" na na na, orale.

—Amanecimos bravas.

Es lo último que digo entre risas para ir a buscar mis cosas. No llevo la gran cosa, solo mi mochila y una pequeña bolsa de tela con algunas... Cosas extra.

—¿No sé te olvida nada? —Lo veo de pie en la entrada de la casa mientras juega con las llaves.

—No mamá Alexis. —Le respondo cuando este se hace a un lado para dejarme salir.

Le dejo la tarea de cerrar la puerta en lo que yo saco el estuche de mis lentes de la bolsa de tela que llevo conmigo.

—¿Qué? —Le pregunto a Alexis.

Pues este se queda parado a un costado mio, observandome fijamente.

—Pensé que ya no usabas lentes.

—Pff, bueno fuera. —Le digo para llegar a la reja de la entrada del pequeño patio de mi casa y luego salir con el más alto siguiéndome —Los necesito veinticuatro siete, pero solo los uso de vez en cuando.

—Sigo sin entender porque no te gusta usarlos. —Confíesa cuando empezamos a caminar. —Nunca quisiste contarme el porque.

—Bueno... —Tomo aire al recordar la razón —Es absurdo, pero no me gusta como me veo con los lentes y el cabello recogido—digo acomodando un pequeño mechón de cabello que se escapa —Igual, me sirven para esconderme de mis alumnos, es como ser superman.