『⑬』

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Gracias al cielo las clases de hoy han terminado, y ya no tengo que escuchar la cátedra de los maestros dándonos "consejos" para estos días

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Gracias al cielo las clases de hoy han terminado, y ya no tengo que escuchar la cátedra de los maestros dándonos "consejos" para estos días.

Lo que si tengo que seguir escuchando en este preciso momento, es el interrogatorio de Gicel.

Aquella chica ligeramente más alta que yo, con rubios, pero teñidos cabellos no dejaba de hablar desde que salimos del salón.

—Gicel te quiero, pero me estas dando dolores de cabeza. —le digo rebuscando en una de las bolsas de mi mochila —Pareces policía en lugar de maestra.

—Pues tu también, te largas el viernes a mitad de la jornada, no nos respondes los mensajes durante todo el fin de semana y llegas el lunes en compañía de un random que no topamos.

Repite por milésima vez, todo lo que había sucedió en estos últimos y escasos días.

—Ustedes no, pero yo si lo topo. —Digo para finalmente colocar un cigarro entre mis labios y encenderlo una vez que ya estamos caminando a la salida.

—¿Otra vez con esa porquería? —Esta vez es Roberto quien me regaña.

—Que les valga madre con que me jodo la vi... —Rápidamente apago el cigarro a como puedo y lo voto lejos. —Dame un chicle.

Le pido a Gicel en lo que yo guardo aquella cajetilla y comienzo a buscar el pequeño perfume que siempre cargo.

La rubia saca uno de los chicles de su cajita y yo por instinto abro la boca para que me lo de en lo que guardo el perfume y me coloco la mochila como es debido.

—¿Y ahora tú? ¿Qué mosco te pico?.

—Callate culero, que si me huele se va a encabronar.

—¿Quien te va a andar oliendo? —Veo a Gicel entrecerrar sus ojos sospechosa y luego mira a la misma dirección que yo.

Y ahí en la banqueta, se encuentra él sentado, completamente entretenido con su celular.

Puedo observar que si logro llegar a casa, pues trae una ropa diferente. Me hubiera preocupado más que el mensaje que me envió cuando llego a la casa hubiera sido mentira y al salir aún estuviera en pijama.

Cuando ya estoy casi llegamos a la salida, el levanta su mirada. Lo veo pararse lo más rápido que puede y con el levanta algo que no logro ver bien que es.

Me hace una seña para que no cruce la calle y lo espere.

Así lo hago.

—Por favor, dime que no huelo a cigarro. —Le murmuró a Roberto como precaución final.

—Apenas lo habías prendido ______. —responde y suelto un suspiro aliviada.

—Pensé que te ibas a quedar en la casa. —Le digo cundo este finalmente cruzo y ya está frente mío.

The Gummy Girl (Quackity) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora