UN VERANO, UN MALENTENDIDO, DEMASIADAS CASUALIDADES Y EL DESTINO HIZO EL RESTO.
Enzo: Cuando mi padre me dijo que tenía que ir a México por negocios mi primer pensamiento fue, no jodas, pero en realidad mi boca dijo; sí, padre. Parecía sencillo, tan...
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Apenas quedaba media hora para mi vuelo. Aún no había cruzado el área de seguridad; tenía la esperanza de recibir un mensaje que me hiciera volver, o encontrar una cabeza rosa entre la multitud que me pidiera que no me marchara. Pero eso no había ocurrido en la hora y media que había transcurrido desde que la había dejado durmiendo. Supuse que ella seguiría igual, que no se habría dado cuenta de que ya no estaba allí, y que, cuando lo hiciera, yo ya estaría volando devuelta a España.
No dejé de desbloquear la pantalla para comprobar que no hubiera recibido ningún mensaje o llamada durante los nanosegundos que tardaba en pestañear. Pero nada, no había absolutamente nada que me hiciera volver junto a ella... salvo las inmensas ganas de hacerlo.
Debía cruzar la cinta. No podía seguir esperando más algo que no iba a suceder.
Me puse en pie, miré a mi alrededor una vez más, cogí la maleta y me guardé el móvil en el bolsillo del pantalón antes de comenzar a andar hacia las cintas.
De repente, una vibración me hizo frenarme en seco. Con la mano temblorosa, saqué el teléfono. En la pantalla aparecía el nombre de la única persona que necesitaba en ese momento.
Lo desbloqueé todo lo rápido que me lo permitieron los nervios y un mensaje de Ágata apareció ante mis ojos. Era el enlace directo a su lista de reproducción con un mensaje debajo que decía: «Te paso mi playlist para que la escuches durante el vuelo, ya que no tendrás la suerte de encontrar a una compañera de viaje tan buena como yo. Te recomiendo que escuches la doce, la ocho y la tres, en ese orden. La primera es la que está sonando en los altavoces de tu casa en este preciso instante. En esta y en la siguiente».
No dudé en pulsar el enlace que me adjuntaba y buscar rápidamente la canción número doce. Busqué unos auriculares y le di a reproducir. En mis oídos comenzaron a sonar los primeros acordes de Perdóname x ser yo, de Zetazen & Hens. Me quedé paralizado al oír la letra, al imaginarla a ella tumbada escuchando a la misma vez que yo la canción, cantando a pleno pulmón.
Comiendo techo en tu habitación,
oigo tu respiración.
Estoy pillando un vuelo,
porque, te quedes conmigo o no,
sé que mañana me muero,
y todo lo que no haga será un error
Como me había pedido en el mensaje, al acabar le di a reproducir la número ocho. Leo Rizzi cantando Conexión estuvo sonando a través de los auriculares mientras sentía que se me erizaba la piel.
