7. Te admiro

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Un fuerte sonido y un gran fogonazo de luz me despertaron de mi sueño feliz. Parpadeé un par de veces y, cuando conseguí enfocar la vista, el rostro furioso de mi madre apareció ante mí. Me tapé con las sábanas para evitar toda la luz que hubo de repente en mi cueva, pero esa pequeña alegría duró tan solo unos segundos, ya que mi madre tiró de ella con energía y el sol volvió a cegarme de nuevo.

—¡Ágata Medina! ¡Es la una y media de la tarde y aún sigues metida en la cama con la habitación totalmente a oscuras! —exclamó con su acentazo alemán y el ceño bien fruncido.

—¿Y tienes que despertarme así?

—Sal de la cama ahora mismo y date una ducha. —Chasqueó la lengua—. Esto huele peor que una perrera.

—Buenos días a ti también —dije entre bostezos.

—¡¿«Buenos días», Ágata?! —gritó, furiosa—. ¡Es casi la hora de comer y tú sigues aquí dentro! ¡No estás aquí de vacaciones, sino para ayudar a tu hermana a organizar su boda! ¿Y qué es lo que haces tú? ¡Te quedas toda la mañana haciendo el vago sin importarte nadie más que tú misma!

—Hanne... Nadie me dijo que hoy hubiera algo que hacer. Ayer apenas pude dormir en el viaje y estaba muerta —me justifiqué mientras me desperezaba.

—Nadie tiene que decirte nada para que sepas que no has venido para estar todo el día tumbada. ¡Por el amor de Dios, Ágata! ¡Que ya no eres una niña!

Salió de la habitación dando un portazo.

Me volví a meter bajo las sábanas para ahogar un grito.

No había sido consciente de todo lo que había dormido. Siempre he sido bastante dormilona; dormir es uno de los mayores placeres de la vida, pero pocas veces puedo permitírmelo debido a mi ajetreada agenda, y cuando puedo hacerlo más de la cuenta, siempre aprovecho, como fue el caso de esa mañana.

Sabía que no había ido hasta México para estar de vacaciones. En primer lugar, porque no me lo podía permitir económicamente, y en segundo lugar, porque hacía años que no tenía vacaciones. Pero, sobre todo, porque era la boda de mi hermana pequeña. Porque dicen que la boda es uno de los días más importantes en la vida de las personas, y ella es, sin duda, una de las más importantes de la mía, por lo que estar ahí solo significaba ayudar en todo lo que Perla necesitara.

Si alguien debía ser la protagonista durante todo el mes, esa era mi hermana menor.

Cuando conseguí mentalizarme, salí de la cama, me estiré varias veces y me lavé la cara para quitarme las legañas. Aún no había abierto la maleta. A veces soy demasiado dejada. Tiendo a dejarlo todo para el final, y así consigo que, con las prisas, nada me salga bien.

Puse algo de música en el móvil y lo dejé en el baño mientras me duchaba. Mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de los primeros acordes de Ciclo Lunar de Carlos Sadness y mi humor empezó a mejorar. Canté a pleno pulmón la letra de la canción mientras me quitaba el bikini con el que había dormido toda la noche y abría el grifo de la ducha.

Olvidemos quienes fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora