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con takeomi, haruchiyo y el dúo de los haitani fuera, el día de robin transcurrió largo y aburrido. la mayor parte de el se dedicó a revisar los reportes administrativos de sus colaboradoras -o mejor dicho, de las mujeres que tenía a cargo de los distintos burdeles de shibuya y roppongi- para organizar los pagos correspondientes con fastidio.
odiaba el trabajo de oficina sin su hermano mayor. el pelinegro siempre la aconsejaba o simplemente la acompañaba con una taza de café.
sin embargo, y a pesar de la ausencia de sus familiares y amigos nada en su día fue anormal... nada a excepción de ryuguji ken estuvo instalado en su cabeza hora tras hora.
eligió pensar que su mente estaba traicionándola en lugar de aceptar que en realidad solo estaba demostrándole el interés y atracción que inevitablemente, el dragón le generaba.
y le costaba entender porque no podía sacarlo de sus pensamientos. nadie la había cautivado y encendido así.
con casi treinta y cinco años, creía saber perfectamente lo que era el amor y lo que era el mero deseo o al menos haberlos experimentado lo suficiente como para hacerse la idea, pero su caso con draken parecía no encajar en ninguna de sus dos concepciones. era algo más... intenso e inexplicable.
« ya sal de mi cabeza, desgraciado. »
frustrada, se pasó las manos por la cara hasta echarse el cabello para atrás y fijó su vista en el reloj de la pared de su despacho: las once en punto de la noche.
se lo pensó un momento. ¿por qué la había retado en lugar de cumplir su amenaza y ya? claro estaba, ryuguji no parecía ser de su misma calaña, no parecía ser el tipo de hombre que fuera a exponerla con manjiro, pero su apariencia no le aseguraba nada y no podía arriesgarse a que la seguridad de sus hermanos estuviera en juego por represalias de sano.
tenía que admitirlo, había sabido ponerla contra las cuerdas.
suspiró, se levantó de la silla y tomando su celular junto a la chaqueta de su traje gris, abandonó la oficina para ir a su habitación y alistarse, cambiándose de ropa por algo más adecuado y cómodo para lo que se llevaría a cabo.
vistiendo un pantalón negro, una sudadera deportiva de haruchiyo y zapatos sin tacón, bajó hasta el garaje y se detuvo un momento para mirar su motocicleta con cierto estrés. no tenía demasiado experiencia con los vehículos de dos ruedas pues había aprendido a manejarlos solo después de unirse a bonten y jamás le habían gustado, pero a falta de opciones, no le quedó más remedio que subirse, esperando que las lecciones de sus hermanos bastaran para maniobrar la bestia mecánica.
por otro lado, y en otro punto de shibuya, draken no había tenido un día demasiado diferente al de robin y tampoco se encontraba haciendo algo distinto a pensar en ella y en el caos mental que eso le provocaba.
