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para kazutora no fue difícil llegar a los hermanos haitani y compañía pues al ser alguien reconocido y con poder, el guardia al pie de la escalera -que daba al balcón-, no dudo en permitirle subir con los ejecutivos.
sin duda alguna, el tigre era alguien especial. con el pasar de los años se había formado así mismo y había adquirido la habilidad de manejar un sinfín de situaciones sin perder la calma ni la compostura, tanto así que su tono de voz firme, pero a la vez amable, ocasionaba que su dulce novio acabara hecho un manojo de nervios con las mejillas encendidas.
—buenas noches.— habló al llegar al lado del cuarteto y capturando su atención.
—vaya, rey dorado...— saludó ran con un pequeño movimiento con la cabeza y sin quitar sus manos de los bolsillos de su pantalón. —no esperábamos verte por aquí.—
—no entiendo el porqué de la sorpresa considerando todo lo que pasó con brahman en roppongi.— dijo serenamente. —es evidente que la mediación los respaldaría por haber sido invadidos.—
—nos encargamos de la situación por nosotros mismos.— sentenció rindou, bastante seco y descortés.
una parte de hanemiya esperaba esa respuesta. ¡y joder! realmente los consideraba insoportables, pero ninguno lo sacaría de sus casillas así como así, no teniendo su rango.
—dime una cosa, haitani... ¿tengo que recordarte quien soy y por qué todo lo que ocurra en torno a los acuerdos territoriales es de mi incumbencia? ¿o es que acaso quieres pasar por encima de ellos y de la mediación justo como senju y los otros?— soltó sin titubeos.
el rostro del de mullet se tensó evidentemente, pero su hermano puso su mano en su hombro, atrayendo su mirada a él en una advertencia de controlar su temperamento. no era como que a ran le gustara someterse, de ninguna jodida manera, pero sabía muy bien que era mejor contar con la benevolencia de los miembros del mercado de poder.
tras ellos, robin elevó una sonrisa de lado ante la imponencia del de cabello bicolor. le agradaba, igual que kisaki o hanma -ya que con taiju jamás se había relacionado- por la autoridad que tenían sin la necesidad de ser unos brutos en pelea.
—¿por qué no discutimos esto en nuestro despacho?— propuso el de cabello corto.
« ¡bingo! ahora o nunca, draken... »
—me parece una buena idea.— aceptó el de cascabel, preparándole el camino a su amigo.
con fingida cortesía, ran le hizo un movimiento con la mano para indicarle que siguieran por el pasillo.
—¿nos acompañan?— dijo a los pelirosa. les tenía confianza personal y profesionalmente, porque tener al número dos y a su sombra como testigos era una medida de prevención ante cualquier cosa que quisiera joderlos.
