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draken cayó dormido acariciando la cintura de robin, como si de algún modo tanto sus dedos como él mismo se hubieran rendido una vez ante la seducción de su piel. su cuerpo entero había sucumbido a relajarse después de aquel orgasmo que le había recorrido desde la cabeza hasta la punta de los pies con fervor.
la de cabello rosa estaba a su lado izquierdo, mirándole con detalle, observando su nariz respingada y sus labios entreabiertos, dejando salir un par de ronquidos suaves. sus recuerdos de él en el pasado eran vagos; solo lo había visto un par de veces cuando sanzu estaba en la toman, pero sus facciones parecían no haber cambiado ese aspecto de tipo serio e imponente.
y pensó que sí a sus veintisiete era un amante bastante apasionado y atento -ya que sus actos lo demostraban-... ¿qué tan intenso habría sido cuando era un adolescente hormonal y caliente?
sonrió inconscientemente. quizá habría sido bueno de descubrir años atrás.
sigilosa como siempre, quitó el brazo con el que ryuguji la rodeaba y se levantó de la cama, tomando su ropa interior en el proceso. luego de eso, se deslizó en sus pantalones de mezclilla y en la camiseta negra de cuello alto que draken le había casi arrancado del cuerpo.
una vez vestida, miró la habitación con curiosidad. era pequeña, pero funcional: al lado de las puertas del balcón había un puff azul con una pequeña mesita con unas latas de refrescos aparentemente vacías y el armario a un costado tenía fotografías pegadas en las puertas. reconoció el rostro de kazutora con claridad y el de algunos más, haciéndola sonreír ligeramente.
« los vicecapitanes... los únicos buenos amigos que haruchiyo tuvo. »
sus cabellos estaban diferentes, pero conservaban esas sonrisas dulces que había visto en ellos cuando eran unos críos que iban a buscar a su hermano para las reuniones y peleas.
apartó su vista de los retratos al cabo de unos segundos, mortificada de la comparación que cruzó por su mente entre las vidas de ellos y la de sanzu. le parecía injusto. habían crecido juntos, con historias similares, hallando consuelo los unos en los otros... ¿por qué su pequeño había acabado en algo tan diferente si merecía esa misma realidad?
ella sabía la respuesta. tenía nombre, apellido, cabello blanco y ojos vacíos.
reacia a pensar en ese hombre, sacudió la cabeza y llevó sus ojos a draken nuevamente, viendo como seguía cómodamente dormido. aquello la hizo sonreír una vez más mientras rodeaba la cama para tomar su chaqueta y meter sus pies en las botas que la acompañaban esa noche.
cuando estuvo en ellas, subió el cierre del calzado y se giró, pateando algo sin querer. su vista bajó de inmediato, fijándose en un pequeño taco de notas que había volado lejos del velador en medio del huracán de pasión que había desatado con el dragón y ahora yacía en el suelo con algunas hojas un poco maltratadas.
